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~Evora Martin~

Estaba decepcionada, sin dudas lo estaba. Isana y mi cuñado estaban frente a la puerta esperando a que me hiciera a un lado para entrar a mi casa. 

—¿Saben? Esperaba que fuera alguien más quién tocara la puerta, no ustedes dos —comento —. Oh, pero no se lo tomen a mal. Me da gusto verlos, es solo que pensé que sería alguien más el que tocaría a la puerta, quizás solo son fantasías mías.

Isana, lejos de ofenderse por mis comentarios, me abrazó con empatía y comprensión.

—¿Una hamburguesa te haría sentir mejor? —preguntó.

—¡Una hamburguesa siempre me hará sentir mejor! —respondí —. En ese caso, ¡bienvenidos sean, que gusto me da tenerlos acá!

La risa de Orlando, mi cuñado, me hizo recordar que él también se encontraba en la casa, así que decidí guardar mis sentimientos para después, cuando solo fuéramos mi hermana y yo. 

—Orlando, ¿qué tal todo en casa? ¿cómo les va con la vida de casados?

¿Qué tan incómodo sonó eso? ¿En escala de 1 al 10?

Papi llegó en el momento idóneo, y mientras ellos se saludaban mi hermana se reía de mi patético intento de conversar con su esposo, digamos que nuestra relación jamás fue muy cercana y en mis primeros años de adolescencia lo odiaba casi tanto como a su ahora esposa.

Siempre las parejas de mi hermana uvieron ese efecto en mí, ella solía decir que reflejaba mi desprecio por ellos porque yo misma no tenía una pareja estable, pero nunca le creí hasta que el sentimiento volvió a aparecer en este preciso momento. Mi hermana era la típica adolescente que siempre tenía un novio nuevo al iniciar la temporada y yo, en cambio, nunca formalicé una relación aparte de mi catastrófico romance de secundaria con mi mejor amigo. 

Tomé asiento frente a Isa e inicié a devorar la hamburguesa de pollo que me había ofrecido, de pronto, todo el placer momentáneo que una comida grasosa podía ofrecerme se había evaaporado. 

—¿Hoy podrías quedarte a dormi aquí? —cuestioné. 

—La verdad no lo creo, hermanita. Pero dime, ¿por qué querrías que me quedara? —se me acercó —. ¿Es por lo que pasó ayer en la fiesta?

—Sí, creo que necesito hablar con alguien sobre eso. Y no podemos hacerlo libremente si estan ellos presentes —murmuré. 

Observé a los cuatro ojos curiosos que nos miraban con curiosidad, no es que no confiara en mi padre o cuñado, es solo que sentía que en temas del corazón era mejor hablarlo entre chicas. Todas las conversaciones que había tenido con mi progenitor con respecto a este tema eran más bien del tipo de conversaciones que prefieres evitar, porque él seguía viéndome como su niñita y yo no necesitaba un padre sobreprotector, necesitaba un consejo real y maduro de cómo enfrentar la situación. 

Sonreí satisfecha cuando las miradas que tenía sobre mí se desviaron a la pantalla del televisor, que transmitía algún juego deportivo, eso los mantendría ocupados por el tiempo suficiente para hablar con mi hermana, así que dejamos los platos sucios en el fregadero y subimos a la que había sido mi habitación durante mi adolescencia. 

—Ok, ahora que estamos solas, cuentame, ¿que es lo que te atormenta?

—Siéntate y ponte cómoda porque la historia es larga...

Isana escuchó con atención a cada uno de los detalles que yo le relataba sobre lo ocurrido la noche anterior; desde la decoración del lugar hasta el espléndido momento que había pasado al conversar con Clover, le conté cómo Neriah había intentado propasarse conmigo y la manera tan dulce en la que Atlas me defendió.

And now?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora