Descerebrados.[1]

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                                               Hela

Mis dieciocho iban de mal en peor.

Y no, no estaba exagerando, literalmente un día después de cumplirlos me había separado del que creí era el amor de mi vida, gran comienzo.

Todo pasa por algo...

Me repetía una y otra vez hasta creerlo,
Ya habían pasado cuatro meses de lo sucedido y me sentía como si me hubiese pasado un tren por encima.

Esos últimos meses se habían basado en fiestas, alcohol, chicos, películas románticas, películas románticas en las que los protagonistas no terminaban juntos y libros con esos trágicos finales, pinché Luke howland roba estabilidades emocionales.

Que no se note mucho que no lo superó.

Ah claro, también helado, muucho helado.

Pero bueno, todo tiene un final, y ahora mismo me encontraba arreglandome para la universidad, este sería mi primer año y la verdad ya no me emocionaba tanto como antes, lo único bueno es que la segunda semana de clases podría irme a la residencia y estar con Leah y Sam, estaba cansada de estar sola, Thomas se la pasaba con sus amigos y papá siempre estaba en sus viajes de trabajo.

Leah y Sam se encontraban conmigo, aquellas que supuestamente son mis mejores amigas pero yo prefiero llamarles gremlins, son igual de insoportables aunque igualmente las amo.

Cómo decía, me encontraba arreglándome, no me sentía lista para volver a ver a Nick, que para mí mala suerte, iría a la misma universidad.

—¡Tierra llamando a Helaa! ¡Helaa! —Leah chasqueaba los dedos frente a mi —¿Que te sucede bonita? Hace media hora que te estamos hablando

—Lo siento, no las escuche ¿Que decían?

—Hela ¿Estás bien? —Pregunto Sam.

—Talvez es eso, se está quedando sorda de tantos golpes en la cabeza que le hemos dado Sam —Dijo Leah con su obvio sarcasmo que la caracterizaba, ya era raro que no lo usará.

Me levanté haciéndome la sorprendida

—Oh por dios Leah, tienes razón
Demonios si voy mi primer día a la universidad así quien sabe que podría pasarme, talvez sea de mala suerte, podría chocarme un auto y yo no lo escucharía, no no esto es inaceptable ¿Saben que? Mejor no voy, no puedo ir así, gracias por preocuparte leah, que gran amiga eres. —Intenté huir pero ambas me tomaron de los brazos y me volvieron a sentar

«Fallaste perra»

—¿Por quién nos tomas hela? —pregunta Leah ofendida —Te vas a dejar de joder y te terminarás de arreglar o te obligaremos a salir así, ¿Y no quieres eso no? —Negué. —Eso creí, ahora deja de ser una cobarde, termina de arreglarte y vámonos.

Mire a Sam en busca de ayuda, pero está evitaba mi mirada, sabía lo que quería hacer y no me ayudaría.

En los últimos meses Sam fue la más suave conmigo, si no quería salir, lo entendía, si quería llorar, lo entendía
Y si quería dormir todo el puto día, pues se dormía todo el puto día conmigo.

Pero Leah era distinta, ella decía que tenía que dejar de andar como muerto viviente por todos lados, siempre quería salir a comer o a tomar algo, o de fiesta, si que tenía energía.

Era todo lo contrario a mi, y la verdad la admiraba, al fin y al cabo ella también se separó a los días que yo

Leah salía con el hermano de Nick

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