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Cuando me desperté por la mañana, había otra bandeja de comida en el borde de la cama con una tortilla, huecos revueltos, kiwi en rodajas y un vaso de jugo de naranja.

Ritualmente, me lavé los dientes primero, me di una ducha rápida y saqué una camiseta del armario.

En realidad, estaba empezando a gustarme la ropa que Samantha había comprado para mí.
Alcancé la bandeja de comida antes de olfatearla.

La tortilla sabía bien, pero estaba un poco salada. Samantha era una mala cocinera.
(Buena asesina, mala cocinera. Unas por otras)

Cuando terminé de comer, salí de la cama a regañadientes y salí de la habitación para encontrar a Samantha tendida en el sofá con un libro en la mano.

Recordé todos los eventos de la noche anterior y cómo continué acusándola incluso después de que repetidamente me dijo que era inocente.

Me di cuenta de que atacarle no iba a llevarme a ningún lado.

En todo caso, tuve que mantener la calma y encontrar otro camino.

Había una cosa que estaba clara, que Samantha no me haría daño. Si quisiera, lo habría hecho cuando me trajo a esta cabaña por primera vez. Estaría en una silla, atada y torturada.

Como sus otras víctimas.
Una voz siseó en mi cabeza.

Deseché ese pensamiento porque mi instinto me dijo que Samantha estaba diciendo la verdad. Ella no había matado a esas personas y esperaba que tuviera razón.

- Gracias por el desayuno - dije, tratando de parecer un poco alegre.

- Me alegra que todavía estés viva - se quejó.
Normalmente, Samantha diría algo más junto con la respuesta, pero hoy permaneció en silencio, casi distante.

- Quiero decir que lamento las cosas que te dije ayer. No te dejé explicar -

- Maldita sea, no lo hiciste - dijo en un tono monótono, sentado erguida. - Quiero saber quién mató a esas personas tanto como tú, Abril. Tienes que creerme -

Me senté en el sofá junto a ella. - ¿Estás diciendo que no los mataste? -

- Probablemente lo haya dicho un millón de veces desde ayer -

- Samantha... -

- Llámame Sam - insistió.

Di un asentimiento. - Sam, ¿qué tal si te pones en mi lugar por un minuto? Imagina que te secuestrara una psicópata y escucharas todas las noticias sobre ella en la televisión, todos los crímenes atroces que cometió, ¿no tendrías dudas? -

Ella sonrió. - Pensaría: Maldita sea, es sexy y me gustaría que esa psicópata me haga suya una de estas noches -

Rodé los ojos. - Sólo estás alimentando tu propio ego -

Samantha se rió entre dientes. - Me deseas tanto como yo a ti, Abi, simplemente no quieres admitirlo -

- Sigue diciéndote eso hasta que te convenzas - dije.

- Lo haré, preciosa. Y te aseguro que uno de estos días, vendrás voluntariamente a mi cama, rogándome que ponga mis manos sobre ti y voy a decir: "Te lo dije" -

Mental Asylum (RivAri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora