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Me desperté por la mañana para encontrarme entre los brazos de Samantha.

Llevé mi mano a su cara, cepillé los mechones de cabello oscuro y sedoso y suspiré.

Su piel brillaba a la luz del sol que brotaba de las cortinas abiertas.

Cuando Samantha abrió los ojos, todavía la estaba mirando. La diversión era clara en sus rasgos.

Con voz soñolienta y ronca, dijo. - Quiero estar dentro de ti otra vez -

Mi corazón latía contra mi pecho rápidamente. - Ducha primero -

Ella rió. - Ni siquiera pretendiste declinar esta vez -

Reuní la sábana alrededor de mi cuerpo desnudo y comencé a caminar hacia el baño cuando un extremo de la tela se atascó en algún lugar, miré hacia atrás para ver a Samantha sosteniéndolo.

- Suéltalo - dije.

Ella sonrió. - ¿Cuál es el punto de esconder algo que ya he visto, tocado y besado? -
Mis mejillas se incendiaron.

Estaba sonrojándome mucho esta mañana por quien ayer estaba alentando y gimiendo su nombre.

Anoche fue diferente, la habitación estaba oscura.

Ahora era de día y Samantha viéndome completamente desnuda me puso un poco nerviosa. - Déjame tomar la ducha primero -
Agarró mi cuerpo y me atrajo posesivamente contra ella, sonriendo. - No, a menos que me dejes entrar contigo. Soy especialista en bañeras. Puedo frotar tu cuerpo con precisión -
No pude evitar reírme. - Estoy segura de que puedes -

Y me siguió en el baño.

Su boca se vino abajo sobre la mía cuando sus manos se movieron a mis pechos y luego a mis caderas. Me alzó y nos besamos en la ducha con el rocio tibio entre nosotras.

No terminamos en la ducha, en lugar de eso nos bañamos juntas y volvimos a la cama.
Se tomó un rato para ver mi cuerpo, trazando sus dedos sobre cada curva y luego su boca estaba en todas partes.

Unos minutos más tarde, Samantha me estaba empujando implacablemente.

- Oh, Abi - Samantha gruñó mi nombre con tal angustia que al principio pensé que le dolía.
Sacó un poco y se deslizó dentro otra vez, más fuerte y yo gemí. - Sam... -

Se sintió muy bien.

Tenía lágrimas en la esquina de mis ojos, estaba bastante segura de haber clavado mis uñas en su espalda.

Estaba tan mal y todavía se sentía tan bien.
Estaba en la cama con una criminal y ya no tenía ninguna culpa dentro de mí.
Había traicionado a todos los que conocía durmiendo con el diablo.

Podía escuchar a Samantha gemir y gruñir y terminó dentro mío.

Justo cuando bajó del frenesí se dio cuenta de lo que había sucedido. - Lo siento, Abi. No me di cuenta cuando... -

Puse mi dedo en sus labios. - Está bien -
Todavía estaba dentro de mí cuando llevé su boca a la mía. Y me besó con una deliciosa lentitud, tomándose su tiempo para lamer cada rincón de mi boca.

Mental Asylum (RivAri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora