Esta es la historia de dos chicos.
Uno de ellos tuvo un accidente un mes atrás, lo cual lo obligó a vivir con sus tíos en EE.UU, California.
Lo que no sabe es que, en ese sitio nuevo, sin amigos, conocidos o alguien de confianza, encontraria un chic...
Está en el asfalto, lleno de heridas y con objetos clavados en diferentes partes de su cuerpo, siente todo el cuerpo pesado y le duele moverse, pero lleva unos minutos escuchando unos quejidos que no son suyos y siente la necesidad de saber de dónde provienen. Cuando está empezando a arrastrarse por el suelo y acercándose cada vez más al coche, puede distinguir una figura femenina, pero no lo suficiente para saber quién es.
Cuando está a punto de llegar y, por fin saciar su curiosidad matadora, empieza a notar los zumbidos de algo, o alguien, como si lo llamasen.
Despierta Ian.
Despierta.
Ian se sienta en su cama, había tenido otra pesadilla sobre el accidente; intenta recordar como fue el sueño, pero se va tan rápido como llegó a su mente, como si fuera una neblina que aparece y desaparece a su placer, dejándolo desorientado y con ganas de vomitar.
Se levanta de la cama, intenta enfocar la vista en el reloj de pared que tiene enfrente, 06:08 a.m., aun no sonó la alarma de su teléfono la cual tiene configurada para las 07:00 a.m., decide que es un desperdicio de tiempo volver a intentar dormir, así que coge su teléfono, lo guarda en el bolsillo de su pantalón de pijama y baja con cuidado de no despertar a nadie, lo último que quiere es despertar a sus tíos. Al llegar a la cocina, saca una taza y se prepara en el máximo silencio posible, un café cargado; necesita estar despierto para el primer día de su nuevo centro escolar.
¿Hará amigos? ¿O pasara desapercibido? No sabe cuál prefiere de las dos, en lo que lleva en casa de sus tíos, solo hablo con sus dos primas pequeñas, jugar a las princesas con ellas y ayudarles con las tareas que les mandan.
Desearia que las cosas hubieran sucedido de diferente manera, al menos que su padre si hubiera despertado y no tener que haberse ido de su querida Escocia, el estar lejos de ella lo mata, llevar casi un mes en un nuevo país, incluso continente, sin sus padres, sentirse como si sobrase. Todos sus pensamientos se ven interrumpidos por el crujir de la tarima del piso de arriba.
— Buenos días, Ian, ¿hoy te despertaste más pronto? —Es su tía Mary, está bajando las escaleras con cuidado de no hacer ruido, como hizo él minutos antes.
— Buenos días, tía. Si, no podía volver a dormirme y decidí bajar a desayunar, hoy es el primer día de clases, así que supongo que será por los nervios. —miente; odiar mentir, pero no quiere que se preocupe por un sueño sin importancia, además de ya no recordarlo.
— Está bien cariño, ¿quieres que te lleve? Así te aprendes el camino y no me supone un problema, así para la próxima vez que quieras ir andando, sabes el camino.
Se acerca a la cocina, sacando una taza, poniéndose una bolsita de té, la tía Mary no toma café, dice que le parece muy amargo e Ian no puede estar más de acuerdo, por mucho que el este ahora mismo tomándose uno.
— Está bien, gracias, tía. Iré a ducharme, bajare en un rato para desayunar. —Se termina lo restante del café de un sorbo, no se encuentra con los suficientes ánimos para seguir con la conversación, y no quiere ser desagradable con su tía.
Sube las escaleras de dos en dos, se dirige a su habitación, al entrar se nota la necesidad de ventilar; se acerca a la ventana, abriéndola de par en par, y al notar la brisa mañanera, se encoge en un escalofrío, deberá de llevar algún jersey o chaqueta para no enfermarse.
Recoge la ropa que se pondrá, mira la hora en su móvil y decide que es buen momento para meterse en la ducha; media hora después de haberse metido en su cuarto de baño, sale cambiado de ropa y con el cabello húmedo, mientras quita el exceso de agua con una toalla.
— ¡Papa! Olivie me está lanzando sus arándanos! —Esa es su prima mayor Abigail, él les saca varios años a ambas pequeñas, pero es lo más cercano a una amistad en lo que lleva en California.
— Olivie, deja de lanzarle la comida a tu hermana y cómetela. —Su tío Arnold es bastante serio, pero tiene un sentido del humor muy bueno, aunque lo saque a relucir poco. Al najar del todo, se sienta en la mesa, recibiendo su desayuno por parte de su tía. — Buenos días sobrino, ¿has dormido bien?
— Me desperté más temprano de lo normal, pero serán los nervios del nuevo instituto y no conocer a nadie.
— Te acostumbraras rápido, seguro que sí. —Suspira, no quiere seguir hablando, así que empieza a desayunar, contestando a las siguientes preguntas matutinas con monosílabos y cero intereses en prestar atención para saber a qué está respondiendo.
Media hora después, está haciendo su mochila para ir al centro escolar; son las 07:57 a.m. y sus clases empiezan a las 08:30 a.m., así que va bien de tiempo, sobre todo porque será su tía quien lo lleve al instituto y no tendrá que ir andando.
Se vuelve a sentir ansioso, no por conocer a gente nueva, sino por no querer conocerla, no se siente preparado para ese paso, pero sus tíos no le dejaran quedarse en casa y no va a escaparse del primer día de clases.
Vuelve a ser sacado de sus pensamientos por la voz de su tía, desde la parte de abajo de la casa.
— ¡Ian, cariño baja ya! Se te hará tarde. —Decide dejar de lado todos sus pensamientos y bajar; revisa una última vez su mochila para asegurarse de que no se olvida nada, no quiere que el primer día se le pueda olvidar algo.
Se sube al coche junto con su tía, van hablando sobre las calles que debe de tomar para poder ir andando, intenta memorizarse los nombres de las calles y algunos escaparates por si se llega a perder, saber en donde se encuentra.
— Y este es tu instituto cariño, si necesitas cualquier cosa, o te sientes mal, puedes pedirles que nos llamen, o que te den el permiso de llamarme. —Su vista se fija, después de todo el viaje, en su tía. Se nota que está preocupada por cómo se llegue a encontrar, y eso era lo último que quería, así que le da un pequeño beso en la mejilla.
— Estaré bien tía, me acostumbrare rápido, y seguramente haga amigos, así que no debes preocuparte por mí. —Se desabrocha el cinturón, y, después de una pequeña despedida, sale del coche.
¿Listo Ian? Ya no hay escapatoria.
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Holaaa, si, subí otro capitulo, aunque no tuvo mucho apoyo, pero creo que ya lo iré subiendo por gusto, es verdad que por ahora no tiene nada intersante, pero si irá poniendo mejor con los capítulos, asi que nada más. besiss.
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