Capítulo 2

215 10 2
                                    

Los años pasaron, y aunque ambas fueron creciendo ninguna de las dos se quitaba la pulsera, la cuidaban como oro en paño, y siempre que se encontraban algo mal de ánimos la miraban, intentando entender cómo era posible que después de tantos años siguieran con la esperanza de que se fueran a encontrar aunque solo sabían el nombre y apellido de la otra.

Violeta siguió las clases de clarinete por casi diez años pero después de una gran charla con sus padres, aún ausentes, le permitieron dejarlo para que se centrase en el canto. Según ellos, Violeta, ahora pelirroja, estaba destinada a entrar en la gran escuela prestigiosa de música de España, con su sede en Barcelona, debía de hacer lo posible por entrar a esta, aunque para Miriam, su institutriz, lo llevaba en la sangre así que no tendría que hacer mucho esfuerzo por entrar. Violeta quería vivir su vida, quería disfrutar, hacer amigos, no tener que estar preocupadas por el qué dirán en aquel pueblo pequeño, ella sentía que no encajaba en aquel sitio, no había conseguido hacer amigos por lo que el primer año se le hizo imposible y sus padres consideraron que estudiase en casa, junto a su hermana que recién empezaba la primaria. Para la más mayor, el nacimiento de Cayetana, o tana ya que le costaban las c, había sido un soplo de aire fresco.

Ahora mismo se encontraba en el aeropuerto de Granada, junto a Tana y Miriam, esperando a que le llamasen para embarcar, tenía la sensación de que el paso por aquel bachiller artístico, si se podía llamar así, iba a ser un punto de inflexión en su vida, pensaba que ese sería el lugar donde por fin se sentiría en casa, en donde encajase perfectamente, así que tenía muchas ganas.

-Señorita, ese es su vuelo.- le informó Miriam después de la llamada.- Prométeme una cosa, Violeta.- está asintió sorprendida porque era la primera vez que la llamaba por su nombre.- Hazlo por ti, no por ellos.- y con esto le dio un pequeño abrazo.

-No te preocupes Miriam.- Después se giró hacia su hermana pequeña que aunque le llevaba nueve años estaba casi de su altura.- Adiós Tana, si necesitas algo no dudes en llamarme.-

-No te preocupes Vio, serás la mejor de ahí pero no te olvides de mi cumple eh.- ambas hermanas se rieron y se fundieron en un gran abrazo. Violeta se despidió con la mano de ambas y se fue para la puerta de embarque, una vez que se subió al avión, inconscientemente miró aquella pulsera que aunque los años pasasen parecía estar en un muy buen estado. Se sentó en el asiento del pasillo, iba al lado de una chico con el pelo moreno que tendría más o menos su edad, aunque tenía barba, decide no mirarlo tanto para no parecer una acosadora, para pasar el tiempo saca su libro de Lorca, El romancero gitano, y sus cascos, empezó a leer y sin darse cuenta iban a llegar ya a Barcelona, se dio cuenta porque el compañero de al lado le llamó.

-Perdona que te moleste pero ¿vas al operación triunfo?- Violeta le observó, se veía bastante amigable.

-Si, supongo que tú también, me llamo Violeta Hódar.- se presentó y como respuesta el otro le dio la mano mientras se reían.

-Encantado, me llamo Paul, ¿estás nerviosa?-

-La verdad, es que si, no sé qué esperarme.-

-No te preocupes, creo que todos estamos igual.-

Pasaron lo que quedaba de vuelo hablando y conociéndose, Violeta se enteró de que Paul, Pablo era como se llamaba pero decía que así solo le llamaba su padre, era de un pueblo que estaba a apenas 30 minutos del suyo, le gustaba mucho el rap y el pop en inglés, tenía muchas ganas de empezar y ambos pensaron que serían muy amigos y se aliviaron ya que hasta el colegio no tendrían que ir solos.

Una vez que llegaron a Barcelona, una persona les estaba esperando con un cartel y sus nombres, pero no solo estaba en el de ellos sino otro más, el de una chica que se llamaba Almudena, cuando llegó los tres se pusieron a hablar como si se conociesen de toda la vida, conectaron muy bien en el coche, el trayecto era muy largo porque tenían que ir hasta la otra punta de las afueras que es donde se encontraba el que sería su hogar durante dos años.

Cuando se bajaron del coche los tres se quedaron boquiabiertos con lo grande que era el lugar, antes de entrar Violeta tuvo la necesidad de mirar hacia la pulsera de su compañera de juegos hace ya tanto tiempo, cuando lo hizo sonrió, sin pensarlo le salió una pequeña sonrisa, tenía una especie de sensación de que ahí dentro podría estar Chiara, su Kiki. Si ya estaban alucinando por la fachada de aquel grande edificio, al verlo por dentro lo hicieron más, tan solo con ver la entrada tan grande y posiblemente la más perfecta que habían visto. Se fijaron de que había una persona llamando a los de primer año por lo que fueron para allá, allí había un grupo de gente que posiblemente serían sus nuevos compañeros. Violeta analizó poco a sus compañeros intentando ver si su sensación era cierta, vio a un chico alto de pelo rizado y corto hablando con una morena con el pelo rizado, por su voz dedujo que eran de Andalucía, luego pasó su mirada a un chico alto con el pelo corto que hacía unos gestos muy graciosos hablando con una chica con algún tatuaje, baja y morena pero supo que no era ella puesto tenía los ojos marrones, a su lado estaban un chico que por su acento adivinó que de España no era viendo algo en el móvil con otro con un bigote muy extraño y la cabeza rapada. Sin embargo, Violeta siguió con su búsqueda, viendo como había un grupo de tres, una chica con el pelo rizado y muy bien maquillaje a su parecer, un chico bastante alto moreno que parecía cinco años mayor que ella y una chica morena que se reían bastante alto, por último miro a unos que estaban un poco más apartados, se veían un poco más pequeños que ellos pero debían de tener la misma edad, eran un chico con el pelo bastante alborotado y un bigote bastante característico y una chica con el pelo pelirrojo como el de ella. Se sintió un poco decepcionada porque ninguna de aquellas chicas era ella, mientras que esperaba hasta que le indicase dónde tenía que ir, le dio frío así que se puso su sudadera favorita, sabía que en el norte le iba a dar frío así que se puso aquella sudadera morada que ponía you are not alone, que decidió comprársela para reírse un poco de su situación familiar.

La instructora se presentó, se llamaba Mamen y era profesora, les iba a llevar a su ala para dejar las maletas e ir al auditorio donde la directora les daría la bienvenida, estaba hablando cuando de repente sintieron como la puerta se abrió bruscamente y entraron una chica y un chico riéndose y corriendo tanto que a la chica se le calló una de las maletas, todos se quedaron mirándolos, primero miró al chico, era de pelo moreno, ojos claros y una suave barba, pero cuando cambió su vista a la chica, lo supo, era ella, tan solo hizo falta que levantase la mirada para ver aquellos ojos verdes de los que se acuerda desde aquel día como si fuera ayer, además su latido del corazón desenfrenado se lo confirmó, cuando ambas conectaron miradas se quedaron estáticas, sin quitar la mirada de la una a la otra hasta que la profesora los llamó y les regañó por la hora.

En ese momento, ambas se miraron la pulsera e instantáneamente sonrieron, sabían que era la otra. Sin darse cuenta, Violeta llevaba el mismo color de cuando se conocieron, es decir, el morado y Chiara llevaba una sudadera amarilla, igual que su chaqueta de cuando jugaron en el parque.

El parque Donde viven las historias. Descúbrelo ahora