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Un chico alto de cabello rubio entró apresuradamente en aquel gran e iluminado despacho lleno de cristaleras

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Un chico alto de cabello rubio entró apresuradamente en aquel gran e iluminado despacho lleno de cristaleras.

-Buenos días, Señor Yeomna, ¿me solicitó?

-Te he dicho mil veces que puedes llamarme Iván.

-Disculpe, señor Iván.

-No pasa nada, intenta acordarte la próxima vez. Te llamé porque quiero que me des el informe de hoy.

-Veamos -el chico alto sacó unos papeles de la carpeta que traía en la mano-. Hoy hubo mucha actividad en Buenos Aires, y parece que el escuadrón encargado lo ha manejado bastante bien.

-¿Muchos ancianos?

-No, derrumbe de un edificio. Exactamente, 128 personas fallecidas, de entre 26 y 50 años.

-Debió ser mucho trabajo. Dile al escuadrón de Buenos Aires que pueden tomarse un descanso hasta mañana.

-Lo haré -el chico sacó otros dos folios de la carpeta-. Por cierto, nos llegaron dos casos irregulares. Mireuk dijo que hoy es el último día para completarlos.-Ah, se olvida de entregarlos y por su culpa debo trabajar rápido... Dame eso -Iván se levantó de su cómodo asiento, tomó con molestia ambos papeles y leyó los títulos en voz alta-. "Alejandro Wang (22), accidente automovilístico", "Clayton Alexander Huff, atropello". Es lo único que necesito saber, me encargaré de ellos.

-Ya ni siquiera te dignas a leer más sobre ellos.

Iván dejó los papeles en la mesa de manera un tanto agresiva y sus grandes ojos rojos se tornaron más rojizos de lo normal.

-Rubén.

-Lo siento, pero leí la ficha de esos dos y... Son jóvenes con una larga vida por delante, ellos no merecen morir...

-Ya hemos hablado muchas veces sobre esto, mi respuesta siempre será la misma. ¿Sabes qué puede pasar si siento empatía? Le perdonaría la vida a muchas personas inocentes que murieron por injusticias y me metería en un lío tan grande con la junta de deidades que hasta me podrían quitar mi puesto como el dios Yeomna. Mueran o no, es cosa del destino, al final solo me encargo de que sus almas lleguen a la puerta espiritual, yo no tengo por qué intervenir.

Rubén miró al suelo y apretó sus puños con frustración. Entendía por qué Iván no podía hacer nada, pero le molestaba demasiado la actitud que este tiene cuando se trata de casos irregulares.

Rubén cree que estos podrían seguir viviendo si Iván no se quedara simplemente esperando a que murieran. Al ser irregulares, debe vigilarlos hasta que eso ocurra, pero él, como deidad de la muerte, puede interactuar con cualquiera que esté cerca de esta sin problema alguno. ¿Tanto le cuesta decirles "Cuidado al conducir" y "Mira antes de cruzar"? Podría salvarlos si tan solo los avisara.

Y es que Iván nunca se molestaría en ayudarlos. No quiere involucrarse para nada con los mortales que debe tratar porque al final todos siempre ruegan por sus vidas, así que simplemente completa su trabajo absteniéndose de mantener cualquier conversación trivial con ellos durante el proceso.

𝖄𝗘𝗢𝗠𝗡𝗔 || 𝐑𝐎𝐃𝐑𝐈𝐕𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora