SANGRE Y ESTRELLAS CAP. # 5

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Mallorie había intentado proteger a sus hijos, pero la brutalidad de los cazadores fue demasiada. Lucius y Casinus lucharon valientemente, pero sucumbieron a sus mortales heridas ante sus atacantes. Mallorie también cayó, y en su último suspiro, rogó por la seguridad de sus hijas. Fortuna y Leonarda, desmayadas por el horror de lo que presenciaron, fueron dejadas por los cazadores que asumieron que también habían muerto.

Vegetta había luchado con todas sus fuerzas, pero los cazadores fueron implacables. Sus golpes y heridas lo hicieron rendirse al agotamiento y al dolor de su pérdida.

Foolish, aunque débil y muy malherido, permaneció apenas consciente mientras él y Vegetta eran arrastrados fuera del castillo. Ambos fueron inmovilizados con cadenas de plata que quemaban la piel de Vegetta y lo debilitaban aún más. Foolish trató de luchar, pero su cuerpo no respondía. Finalmente, lo golpearon salvajemente hasta noquearle de nuevo y lo cargaron en una jaula sobre un carruaje que fue cubierta con una lona negra.

Los cazadores llevaron a sus prisioneros a una celda oscura en una ubicación lejana y desconocida. Vegetta, después de dos días, fue recuperando lentamente la conciencia, se supo atado con cadenas de plata que sabía de sobra que no podría romper, con tristeza y asco vio las heridas abiertas que estas le causaban y se resignó a su destino mientras lloraba en silencio la pérdida de su familia. Su corazón, que había soportado años de soledad y dolor, estaba ahora destrozado por el sufrimiento de perder a Mallorie y a sus hermosos hijos, los seres que habían hecho de su maldita existencia, algo más ameno y digno de vivir.

Foolish despertó ese mismo día, su cuerpo adolorido y su mente confusa. Se encontró encadenado de pies y manos junto a Vegetta en la oscuridad de la celda.

—Vegetta... —murmuró Foolish, tratando de enfocarse y adaptar sus ojos a la oscuridad de su morada actual—. ¿Dónde están los niños? ¿Dónde estamos?

Vegetta ni siquiera levantó la cabeza, sus ojos amatistas estaban enrojecidos y llenos de lágrimas que reflejaban una tristeza insondable, Foolish apenas pudo notarlos.

—Nos han capturado—respondió con voz quebrada—. Y... Mallorie, Lucius, Casinus, Leo, Fortuna... han muerto.—dejó salir un sollozo más fuerte, cargado del dolor agónico que estaba sintiendo.

Foolish sintió que su corazón se rompía al escuchar esas palabras. Los niños a los que había llegado a querer como suyos, y Mallorie, que había sido una amiga cercana, se habían ido. No pudo evitar las lágrimas y la desesperación que lo invadía.

—No... no puede ser —susurró mientras dejaba correr sus lágrimas y trataba de librarse de sus cadenas—. No puede ser...

Vegetta asintió, tratando de esconder entre sus rodillas, su rostro marcado por el dolor.

—He perdido todo, Foolish. Mi familia, mi pueblo... todo. Y ahora estamos aquí, atrapados, sin saber siquiera cómo ni cuando nos van a matar estos malditos desgraciados.

Foolish cerró los ojos, tratando de calmar la ola de ansiedad que lo embargaba. Sabía que necesitaban mantenerse fuertes, no solo por ellos mismos, sino por la memoria de los que habían perdido.

—Tenemos que encontrar una forma de salir de aquí, Vegetta —dijo Foolish, su voz suave, intentando ocultar el dolor físico y emocional que estaba sintiendo—. No podemos dejar que sus sacrificios sean en vano. Tenemos que seguir luchando, por ellos... para honrar su recuerdo y darle sentido a su sacrificio.

—¿Y para qué voy a luchar más, amigo mío? —su tono denotaba que estaba aceptando su derrota.— Mallorie era todo para mí, Foolish... ella y los niños... eran mi razón de ser. Ahora que no están... no sé... no puedo seguir adelante... ¡Me he quedado solo por culpa de mi maldita condición! —su llanto entrecortado no paraba.—Lo que más quiero ahora, es que estos imbéciles acaben conmigo... solo espero que te tengan clemencia y tú puedas volver a tu mundo, al lado de la niña que vimos el día que caíste del cielo y me derribaste.

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