Conociendo a Regnar

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     El viaje en barco desde Marcaderiva hasta Dragonstone no era muy largo, Rhaenyra no quería que nadie supiera que estaba huyendo, hasta que ya llegara a la isla y el barco de Regnar era muy rápido. Al cabo de tres días llegaron, y con ellas todos los dragones.

     Al desembarcar la princesa llevó personalmente a Regnar y sus hijos hasta las habitaciones que tendrían en su estadía en el castillo. El Kraken dejó a dos Hijos del Hierro cuidando las puertas de las habitaciones de cada uno de sus hijos. Durante el trayecto la heredera al trono estudiaba a la Greyjoy, su caminar, seguro y elegante, su mirada, siempre fija al frente y sin emociones, sus manos siempre deseaban sobre sus armas, que se encontraban colgando a cada lado de su cadera. Rhaenyra realmente la envidiaba, la libertad con la que esa mujer vivió su vida, es la que siempre deseó para ella misma. Otra cosa que vio, fue la forma en la interectuaba con sus hijos, a los tres mayores, les hablaba como si fueran adultos, sus miradas y sonrisas eran pícara, mientras que a los tres menores, les hablaba con ternura y suavidad, y los miraba de la misma forma. Se notaba a kilómetros el amor que sentía por sus hijos, el orgullo de ser su madre. Encontró eso en común con ella, pues de esa misma forma, ella amaba a sus propios hijos.

     Con el paso de los días, con las tareas propia que tenia en el castillo como señora del lugar, la educación de sus hijos, Rhaenyra no tuvo momento alguno para coincidir con la Greyjoy y conocerla, y que el Kraken se la pasara todo el día con su gente haciendo un trabajo similar al suyo, educando a sus hijos y gobernando a su gente, era otro obstáculo para formar una amistad con la mayor. Un día, uno de los príncipes llego hasta su madre con una solicitud que desconcertó a la princesa heredera.

     - Madre, ¿Podría Lady Regnar entrenarnos con la espada? - Le pregunta Jace. Rhaenyra lo mira con dudas sin entender porque su hijo quería que la Greyjoy lo entrenara y no Ser Erryk.

     - Hijo, ¿Sucedió algo que ya no quieres Ser Erryk te entrene? - Le pregunta antes de darle una respuesta.

     - Nada malo madre, es que Rhaena y Baela nos hablaron de buena que es su madre con la espada y como entrenaba a sus hermanos mayores, y pronto ellas también serían enseñadas con la espada, como también navegarían solas su propio barco. - Le cuenta el pequeño emocionado, Rhaenyra abre los ojos sorprendida, pues no sabía eso, y le asustaba saber que las pequeñas hijas de su amada prima navegarían solas por el mar.

     - Eso hay que preguntárselo a Regnar, no sabemos si tiempo de hacerlo, con todas sus tareas. - Le responde con dudas, ve como el brillo y la ilusión que tenía su primogénito en su mirada se apaga un poco al ver su respuesta como una negativa. - Podríamos ir a preguntarle ahora, si ella está desocupada. Si dice que no hay problema, no veo por qué no. - Al decir esto, los ojos de Jacaerys brillan nuevamente.

     El niño muy emocionado toma la mano de su madre y la jala con fuerza corriendo por los pasillos del castillo para salir a buscar a quien espera, sea su próxima maestra en armas. Después de que Rhaenyra calma a Jace y los dos salen de la fortaleza y se dirigen al puerto donde se encuentran los barcos los Regnar. Después de unas horas llegan y encuentran a la nombrada batiéndose a duelo con sus tres hijos mayores. Victoria le hace frente empuñando a Hermana Oscura, Roger lleva dos hachas bastantes grandes, y Rhea la enfrenta con dos dagas curvas. El combate iba bastante parejo, y se notaba la gran habilidad de Regnar con la espalda, al resistir tan bien los ataques de sus hijos, quienes se venían muy cómodos con sus armas.

     Al acercarse más al lugar, vio en uno de los costados a la gemela sentadas en un pequeño palco comiendo lo que parecían frutas, a su lado se encontraba Lucerys muy entretenido viendo el entrenamiento. Se preguntaba que hacía su pequeño ahí sentado y en qué momento salió de la fortaleza y solo. Pero rebuscando un poco más pudo ver a Ser Erryk unos pasos alejado de los niños, con la vista puesta en su hijo y eso la dejo tranquila. Se dirigió con Jace junto a los niños, las gemelas la recibieron con una sonrisa y le dejaron un lugar en el asiento para que se siente a su lado y así lo hizo. Cuando Luke notó la presencia de su madre se asustó, pensando que ella lo regañaría, pero la mayor solo le sonrió, entonces respiró tranquilo llevando sus ojos otra vez al combate.

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