La hazaña de Lucerys

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Regnar entrenaba a sus hijos y los príncipes en todas las artes, no solo en el manejo de espadas. Les enseñaba a hablar valyrio, a navegar, leer cartas marítimas, las estrellas, a luchar con espadas, hachas, dagas, arco, a cabalgar, etc. En especial al príncipe Lucerys, pues cuando sea mayor heredaría el señorío de Driftmark, por ende debía aprender a navegar y tripular una gran flota, a falta de su padre, quien no le enseño nada y su abuelo, que a pesar de nombrarlo su heredero, tampoco lo instruía, ella tomo esa responsabilidad, como si fuera uno de sus hijos.

Rhaenyra, estaba muy conmovida por este acto, cuando intento agradecerle, la Greyjoy le dijo que no le debía nada, Leanor era su amigo, al igual que Corlys, ademas de ser el abuelo de sus tres hijos menores, eran familia, sus niños eran su familia, sus sobrinos, y ella con gusto les enseñaría y los protegería, ademas de que los niños defendieron a sus hijas frente al bastardo Targaryen que quería robarle el dragon a su hija.

La relación entre ambas mujeres, era cada vez mas cercana, bromeaban y coqueteaban entre ellas, compartían noches donde se divertían jugando, bebiendo o pasando momentos con todos sus hijos, paseaban en sus dragones, incluso Regnar comenzó a enseñarle a usar la espada a la Rhaenyra.

Una mañana recibieron un cuervo de Driftmark, en el llegaba un aviso de Corlys y la princesa Rhaenys quien, según su mensaje, desea tomar a Baela como pupila, cosa que no le gusto para nada a Regnar, faltaban pocas lunas para que las gemelas cumplieran 5 años, y como es tradición Greyjoy, la mayor debía llevarlas a navegar. Ante la ferviente negativa del Kraken, la princesa heredera se vio en la obligación de calmar el maremoto que era Regnar y entendiera que la princesa solo deseaba poder pasa tiempo junto a una de sus nietas, luego de haber perdido a su hija. Mas descubrió la gran terquedad del Kraken, quien no quería separarse de su pequeño caballito, mas que por la tradición, no quería separarse de los hijos que mantenían la memoria de Laena viva, las gemelas les recordaba mucho a su difunta esposa.

El día llego y por alguna razón Rhaenyra sentía que algo sucedería, el brillo travieso en los ojos de Regnar, la hacía sospechar. Cuando los Velaryon arribaron en Dragónstone, Corlys se encargó de convencer a la Greyjoy que permitiera a su hija ser pupila de Rhaenys, la misma princesa Targaryen le pidió hablar a solas para poder tener una buena charla.






- Tú mujer es una persona muy insistente. - Le dice Regnar a Corlys mientras beben en el Holandés Errante.

- Sangre de dragón corre por venas. Más que sangre creo que es fuego. - Le responde la Serpiente Marina riéndose, logrando que la Greyjoy ría también.

- Nosotros llevamos agua en las venas, por eso somos más fluidos, tranquilos. Pero cuando la furia azota en nosotros, no hay mar embravecido que iguale nuestra ira.

- Baela estará a salvo con ella. Rhaenys ama a tus hijos, a todos.

- Ame a tu hija Corlys, como jamás creí que volvería a amar a una mujer. Siento que si la dejo ir, le estoy fallando. - Confiesa el Kraken con la voz quebrada.

- No lo creo hija. Yo creo que ella estaría feliz que sus hijos pasen tiempo con sus abuelos, en su tierra. - La consuela el Señor de las Mareas.

- Esta bien, le doy el permiso de ser la tutora de mi caballito, pero deberá pasar una semana antes de marcharse. Yo le diré cuando el tiempo pase. - Acepta Regnar. - Además tengo un regalo para vos amigo ahora que estás aquí. Pero es una sorpresa. - Termina de decir con una sonrisa traviesa.

- Estoy ansioso por saber que es. - Le responde Corlys brindando con ella.





Los días pasaron, Regnar sintió algo extraño al pasar sus días junto a Rhaenys, la princesa le mostraba un tipo de acercamiento que nunca tuvo, y eso la hacía sentir extraña. Su hermano Dalton le contó que así suelen comportarse las madres con sus hijos, cuando le pregunto por ello en una carta.

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