La autocondena

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Pato había estado escondido en un rincón muy profundo y oscuro durante un tiempo. Se sentía atrapado en su propia tristeza y culpabilidad. Un día, una figura peculiar se acercó a él. Parecía un espantapájaros tejido con la apariencia de un viejo mago.

"Ya hace tiempo que estás aquí abajo. ¿Piensas salir en algún momento?" preguntó el mago.

"No puedo salir de aquí," respondió Pato, con la voz llena de pesar. "Siento que he lastimado a otros y ahora estoy pagando por ello. Me siento como alguien malo..."

El viejo mago observó a Pato con ternura y respondió, "¿Crees que quedándote en este lugar enmendarás lo que ocurrió?"

"No lo sé," admitió Pato, abatido. "Siento que debo tomar responsabilidad por todo..."

"¿Cuánto tiempo debe durar un castigo para que el pasado cambie?" preguntó el mago, sus ojos llenos de comprensión.

Frustrado, Pato replicó, "¡No lo sé! ¿Vale? Realmente no lo sé. Pero me duele y no puedo quitarme de encima todo este dolor."

El mago suspiró, "Entiendo lo difícil que es esto. Te juro que sí. Piensas que debes cumplir una condena para finalmente poder salir... La culpa te come vivo, te aplasta y te deja inmóvil... Te dice que no mereces ser feliz... Te convence de que eres únicamente tus errores..."

Pato escuchaba atentamente, mirando sus heridas, sintiendo el peso de sus palabras.

"Pero, pequeño Pato, esa voz se equivoca. Eres mucho más de lo que puedes ver ahora y no necesitas castigarte para poder ser merecedor de amor," continuó el mago, acercándose para coser las heridas de Pato con cuidado.

Las lágrimas comenzaron a caer de los ojos de Pato mientras el mago hablaba con voz suave y reconfortante.

"Eres digno de ser amado. Tanto cuando te sientas bien como cuando te sientas roto. No eres un monstruo por haberte equivocado, ni un ángel por haber hecho algo bueno. En este mundo, todos somos capaces de hacer el bien y el mal, de ser altruistas y egoístas... La línea que divide eso está en constante cambio a lo largo de nuestra vida, en el corazón de cada uno," dijo el mago mientras terminaba de coser las heridas de Pato.

Al terminar, el mago tomó la mano de Pato y lo acompañó a caminar hacia una colina cercana. Juntos, se quedaron viendo el hermoso paisaje que se extendía ante ellos.

"Tú, pequeño Pato, ya no eres el mismo de ayer, ni el de hace seis meses o un año

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"Tú, pequeño Pato, ya no eres el mismo de ayer, ni el de hace seis meses o un año. Todo sufrimiento que soportamos nos obliga a cambiar, a dejar versiones de nosotros mismos atrás. Lo que fuiste te enseña a cambiar lo que eres, pero no define lo que siempre serás," explicó el mago con sabiduría.

Pato asintió lentamente, comprendiendo las palabras del mago.

"Así que coge todas estas experiencias, todos estos errores y todo este dolor y úsalos para tomar una nueva decisión hoy en día. Crea una nueva realidad en la que puedas vivir de forma dichosa y en la que recuerdes con gentileza lo que te trajo aquí," concluyó el mago, dejando que sus palabras resonaran en el corazón de Pato.

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