Alguien Frágil

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En medio de un lugar desierto, el pato se encontraba llorando desconsoladamente. En lo más alto del cielo, un enorme águila lo divisó y decidió acercarse.

"Veo que estás llorando, pequeño pato. ¿Necesitas ayuda?" preguntó el águila con voz suave.

El pato, tratando de secar sus lágrimas y mirando hacia abajo para evitar cruzar los ojos con el águila, respondió, "No... No quiero que me veas así..."

El águila miró al pato con comprensión y preguntó, "¿Qué es lo que quieres que vea? ¿Qué es lo que intentas?"

Pato suspiró profundamente, "Siento que no he parado de llorar en mucho tiempo. Ya no quiero ser alguien frágil. Quiero ser fuerte."

El águila, con un gesto cuidadoso, agarró al pato con su pico y lo levantó, posándolo sobre sus majestuosas alas. "¿Crees que la fortaleza está en fingir que no la estás pasando mal?" preguntó mientras comenzaba a elevarse en el aire. "¿Por qué sería de alguien fuerte ocultar aquello que lo vuelve real?"

El águila y el pato ascendieron juntos, surcando el cielo con un vuelo poderoso y sereno.

"¿Ser real es ser débil?" preguntó el pato, con una mezcla de curiosidad y temor.

"Ser real es aceptar que podemos ser débiles," respondió el águila mientras subía cada vez más alto. "Y para ser genuinamente fuertes, debemos permitirnos ser vulnerables. Y no es fácil. Sé que da un miedo horrible enfrentarte a tu vulnerabilidad... Pero necesitas aceptar cuando te cueste mantenerte de pie. Tienes que convencerte de que tienes derecho a que te duela. Y es completamente aceptable que pidas ayuda. No tienes por qué cargar con todo el peso del mundo tú solo."

El águila extendió sus alas aún más, envolviendo al pato en una sensación de seguridad y protección. "Nunca te avergüences de tus lágrimas, pequeño pato. Somos valientes porque somos vulnerables."

Finalmente, el águila se posó en la rama de un árbol colocado en lo más alto de una montaña, donde las nubes los rodeaban. Junto al pato, el águila comenzó a derramar lágrimas, sus plumas reflejando la luz de la luna.

"Somos valientes porque lloramos," susurró el águila.

"Somos valientes porque lloramos," susurró el águila

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