Capítulo nueve| "Deliciosa adrenalina."
Addie.
Hace muchos años acepté que estoy bien jodida de la cabeza, cuando era una niña y discutía con mamá o papá y en lo único en lo que podía pensar era en esa vocecita que me susurraba que les hiciera mucho daño, que los hiriera hasta que me pidieran perdón. A medida que fui creciendo esa voz intrusiva comenzó a tomar el control dentro de mi cabeza, hasta que un día en la escuela, con doce años, exploté y asesine a la profesora insoportable de matemáticas y a ese compañero imbécil que siempre me molestaba, frente a todo el salón. Papá tuvo que hacer malabares para que esos niños, sus padres y el colegio no me denunciarán y toda la situación quedó como un desafortunado accidente escolar. Entonces mis padres decidieron ponerle freno a mis comportamientos impulsivos y me enviaron a tomar un entrenamiento especial por cinco años en Rusia.
El primero año fue el peor, apenas soportaba los entrenamientos y era la más pequeña y delgada de todos. Hasta que comencé a hacerme mejor, más fuerte, me volví más rápida, más letal, más fría y comencé a controlar esos impulsos asesinos. Hice amigos que a día de hoy conservo, ellos sí me entienden. Estuvieron conmigo en mi peor etapa, vieron mi lado mas oscuro y no se asustaron porque todos allí teníamos nuestros demonios.
Contrólate, contrólate, contrólate.
—Exactamente, ¿a dónde vamos?— silencio.
Aprieto la mandíbula y me hundo más en asiento. Llevamos cerca de dos horas en la carretera y hemos dado más vueltas que un trompo. Después de echarme en su hombro el muy cabrón me metió en su coche a la fuerza, pero eso no le basto, claro que no, me ato las manos y los pies y me vendo los ojos. Estoy a su completa merced y lo peor de todo es la expectativa y la incertidumbre del qué hará conmigo me tiene las bragas húmedas. Hay algo muy jodido en mi cabeza, lo sé, pero jamás había dado señales de ser masoquista o sumisa. De hecho, en mis anteriores encuentros sexuales siempre era yo la que dominaba, fuera mujer o hombre.
Me sobresalto al sentir el toque frío de una manos en mi muslo, lastimosamente mi hermoso traje se rasgo en las rodillas cuando me lancé del auto nada más se puso en marcha.
—Vamos a un lugar dónde nadie pueda interrumpirme, hay muchas cosas que debemos aclarar.
—Sí, como por ejemplo el por qué de tu maldita obsesión. Ni siquiera me conoces.— dejó escapar lentamente el aire por entre los labios cuando siento como si mano sube, y sube, y sube, y vuelve a bajar hasta mi rodilla.
—¿Qué no te conozco?— se ríe, como si lo que le dije fuera lo más gracioso del mundo.— Te llamas Adiane María DiTomasso, tienes 20 años, estudias psicología. Tú color favorito es el rojo sangre, tú postre favorito es el pie de limón, cuando te sientes mal vas al acantilado que está a unos kilómetros de la Universidad para despejar tu mente. En tus tiempos libres dibujas, eres la principal inversionista de una importante empresa de autos y otras empresas de prestigio en el mercado, la dueña de los principales casinos de la ciudad, La Cazadora de La Famiglia y en su momento el escudo de tu hermano porque tú, siendo mujer, no puedes tomar el poder a pesar de ser la hija mayor. Pasaste cinco años en un entrenamiento despiadado en los Bosques de la Península de Chukotka; en el extremo este de Rusia, cerca del Círculo Polar Ártico y el Desierto de la Península de Yamal; en el noroeste de Siberia. De ese entrenamiento sacaste a tus más fieles compañeros..— me pongo más tiesa que un palo ante la mención de ese dato tan personal.
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Almost Paradise | +18
Teen FictionKai: Ella es mía. Incluso antes de nacer ya era mía. Fue creada para mí y solo para mí, mataré a quienquiera que se atreva siquiera a verla. No me importa si me odia, su cuerpo me desea y con eso me basta, por ahora. Porque del odio al amor hay un...