10. Ángeles caídos y lobos a la caza.

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Capítulo diez | "Ángeles caídos y lobos a la caza."





Kai.

Mi gatita es muy inteligente y escurridiza. Soy consciente de que no dudaría en rajarme la cabeza con una piedra y eso la hace sumamente peligrosa, y también adictiva.

Y pensar que son la misma persona. Cuando duerme, Adiane parece un ángel caído, no frunce el ceño y de su boca escapan pequeños sonidos semejantes a ronquidos, pero que la hacen ver terriblemente adorable, sus rellenos labios se quedan entreabiertos y en ocasiones deja correr un hilito de saliva que pone a mi imaginación a mil por hora. A eso sumemos el sexy pijama de encaje de dos piezas que usa para dormir. Dios, está mujer que me vuelve loco sin siquiera intentarlo.

Me hizo seguir su rastro hasta lo más profundo del bosque y la muy astuta sabe como despistar a cualquiera. El problema es que yo no soy cualquiera y una de las cosas que más me fascinan de ella es su olor. Jazmín con un toque dulzón de algo que todavía no sé descifrar. Podría estar a más de diez metros de distancia y yo sabría exactamente donde está por su olor. Es una cosa que ni yo mismo entiendo y a la vez sí. Porque estoy loco por esa mujer y todo de ella me encanta, tanto hasta llegar al punto de obsesión. Desde que la vi por primera vez me obsesioné con todo de Adiane, y me importa una mierda si es enfermo.

Verla ahora, rasguñada, agitada, con la sangre del hombre al que mató hace apenas unas horas consigue que la polla se me apriete dentro de los pantalones. Lo único que me molesta son esas marcas en sus muñecas que me hacen querer darme un puñetazo por imbécil. La verdad es que soy un tramposo y no le di diez minutos de ventaja, simplemente conté hasta ocho y salí tras ella. Verla corretear huyendo de mí fue mejor que meterse droga, es mi nuevo afrodisíaco favorito.

—Siempre te voy a encontrar, no importa donde te escondas ni quién se interponga. Yo siempre te voy a tener, porque eres jodidamente mía.— aspiro profundo el olor de su cabello como un puto loco.

—No soy una cosa para ser de nadie.

—No me importa.— espeto.

De golpe la volteo hasta estar frente a frente y enrosco mis dedos alrededor de su delicado cuello. Es como si estuviera hecho para que mi mano encaje perfectamente ahí. En realidad, aunque lo niegue, ella está hecha para mí.

—Sabes que con esto se acabó la unión con L'Ordine, mis primos te van a matar.

—A mi me importa una mierda L'Ordine y tus primos tampoco pueden hacer una mierda.— aprieto más y la hago retroceder.— ¿Quieres apostar quién sale vivo en una pelea entre ellos y yo?

—No. Eres. Mi. Tipo. Déjame en paz.— espeta, con las mejillas rojas de la ira y la falta de oxígeno.

—¿Y quién es tu tipo? ¿El imbécil al que molí a golpes hace un par de horas? No me jodas, Adiane. Estás acabando con mi paciencia.

La empotro contra uno de los árboles más cercanos con una fuerza brutal, preso de la ira cada vez que recuerdo que esa sucia rata tuvo sus asquerosas manos encima de mi mujer y por eso la perdió, le sostengo las muñecas con delicadeza sobre la cabeza, pero con la suficiente fuerza para que no se suelte. Por la fuerza se golpea la cabeza contra el árbol y jadea. Jodidamente, suelta un puto jadeo. Dios, está mujer está echa para mí.

—¿O ese guardaespaldas tuyo que te sigue a todas partes? ¿Patrick? ¿O era Xander?

—Mantente alejado de mi vida, gilipollas.

Almost Paradise | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora