Capitulo 24

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— Mami, por favor. No quiero hablar más de Enzo, ni de la selección, ni de Otamendi, ni de nadie. —dije causando su risa. Hace dos días están instalados en casa, y en estos dos días no pararon de hablar de cosas relacionadas a mi supuesta relación amorosa con el morocho.

— Hija, quiero ahora que estamos solas, que me digas porque tenés esas marcas en la cara. Te juro que trate de esperar a que vos saques el tema, Pero sos mi hija amor, me mata saber que te pasa. —mis ojos se llenaron de lágrimas, esquive el tema lo más que pude, ella me conoce más que yo misma.

— Marcos mami, me extorsionó y como no quise darle lo que me pedía me golpeó. Por suerte Enzo apareció justo a tiempo, si no no se que hubiera pasado. —entre sollozo y sollozo las lágrimas picaban en mi cuello. Ella llevo las manos a su boca, tapandola en un gesto de asombro.

Él siempre se mostró como la persona mas amorosa, comprensible y cariñosa del mundo, para ellos Marcos fue el mejor hombre que apareció en mi camino. Pero nadie sabía lo que pasaba una vez cerrabamos la puerta de la casa de ellos.

Papá lo tenía en un pedestal, Marcos se mostraba como el yerno que todo padre quiere. Pero por la espalda de él, gritaba a su princesa, la manipulaba y la hacía creer que ella no era mejor que nadie.

Me creí por bastante tiempo que yo no valía la pena, creía que nadie querría estar conmigo, que era una perdida de tiempo pensar en mi. Ya que no era suficiente.

Mamá me miraba, aún en shock. Mis hermanos mirando tele en la sala, mientras papá dormía una siesta.

— Vamos a caminar mami. —susurre y tome nuestros abrigos para salir a las frías calles de este invierno abrazador.

Debe ser horrible como madre sentir que no hiciste nada por tu hija, o que en realidad nunca viste que algo estaba mal.

Veía como su cabeza iba a mil por hora mientras esperábamos el ascensor. Entrelace su mano con la mía, como cuando era una niña, y salimos al frío. Hasta que no tuvimos un café en nuestras manos no hable.

— Ya supere todo mami, yo estoy bien. En serio. Nada de lo que Marcos haga o me diga me puede afectar. Entendí que yo soy superior a él mentalmente, y nadie me va a negar eso. Valgo mucho para quedarme atrapada en una escena de mi vida. —su mano caliente temblaba.— No tenés la culpa de nada. —sus ojos llorosos me confirmaron que eso era lo que ella estaba pensando.

— Pero sos mi hija, cómo no me di cuenta de lo que te pasaba. —negue sonriéndole.

— Mami, ni yo me daba cuenta de lo que pasaba. —rei tratando de que deje de pensar en eso. Pasábamos por las vidrieras enmarcadas en hielo, cuánto frío hace en Londres.

Hace poco les dije que mi sueño siempre había sido vivir en capital, pero nunca les dije en dónde vivia. Londres, London, Inglaterra.

El ambiente a mi al rededor es tan argentino, tan normal, tan yo. Porque lo cree a mi manera.

Aunque no lo crean en Londres hay muchos argentinos. Demasiado turismo.

Mis padres viven a unas horas de acá, por suerte pudimos salir de la economía estancada que había en mi país, hace ya más de cinco años que vivimos en esta parte del mundo. Es hermoso, pero nosotros no volvimos más a Argentina, y créanme que extraño mucho las plazas de allá, las facturas no son lo mismo, la gente es distinta.

Mis alumnos me ayudan tanto a no olvidar tampoco. El colegio es bilingüe, por lo que es mas fácil todo.

— Lo denunciaste ya quiero creer. —nuestros pies se arrastraban con pereza contra la vereda.

— Esta denunciado, firmado y con testigos que avalan lo que pasó. Si me pasa algo tengo pruebas de quién fue. —asintio más tranquila.

— Entonces por eso te desmayaste cuando llegamos, creía que estabas embarazada por un momento. Ya nos veía con un mini Enzo. —rode mis ojos dando otro sorbo al café.

— Con Enzo somos amigos, nos conocimos en la escuela donde trabajo, llegó a dar una charla para los niños y me ayudó a dar una clase. Después nos enteramos que vivíamos en el mismo edificio, y que casualidad en frente también. Nunca nos habíamos cruzado antes. Nos llevamos muy bien por suerte, nos hicimos grandes amigos. —si supiera que cada vez que lo veo se me erizan los pelitos, y mi cara juro que me hierve como si la tuviera pegada al horno.

— Se que no soy muy buena viendo señales, ya quedó claro, pero si me doy cuenta que te gusta, lo aseguro sin preguntar. —me dió un empujoncito con su codo haciéndome reir.

— Es obvio que me gusta, siempre dije que es mi favorito de la selección. —le saque mil kilos a lo que realmente pesaban esas palabras.

En lo que dimos unas vueltas manzana, estábamos llegando a la puerta del edificio. Son las seis de la tarde, casi oscurece del todo, y en eso vemos estacionar la camioneta de Enzo frente a la puerta, de la cual bajo una chica muy linda. Es la típica rubia modelo que ves en las revistas, y es la típica chica que relacionas con un futbolista.

Mis cejas casi tocan el cuero cabelludo, pero tuve que guardarme la sorpresa que reflejaba mi rostro, ya que sus ojos cayeron en nosotras dos.

— Hola chicas. —dijo lo más natural del mundo, guiando a la chica con la mano en su espalda alta. Ella nos miraba sonriendo.

— Hola. —dije sería, sin saber cómo reaccionar.

Tampoco soy una pendeja boluda que se pone del orto con cualquier cosa. Un tik quiso traicionar a mi ojo cuando ví su gesto sutil para acomodarse el pelo atrás de la oreja, y si, me puedo poner del orto fácilmente.

Enzo no dejaba de mirarme con esa sonrisa blanquecina, a sabiendas de lo que pasaba.

— ¿Vamos? —dijo ella bastante cerca de su cuello. Y la sangre paso a cien grados sin escalas. Sentí la mano de mi mamá tomarme de la campera para que no de ese paso que sabía iba a dar.

Enzo me guiño un ojo canchereando, y paso delante de nosotras, dejándonos la puerta abierta para que entremos.

No entiendo nada, no sé que paso. Pero si se que Enzo Jeremías Fernández si terminó siendo un futbolista gatero y yo terminé siendo la boludita fanática que se dejó garchar fácilmente porque estaba enamorada de él.

Va, enamorada.

El amor le quedó grande al futbolista.

Compañera de juegos // Enzo Fernandez (SSA #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora