Capitulo 31

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— ¿Yami estás bien? —es la quinta vez que Julián le pregunta lo mismo a la antes nombrada, y ella solo asiente mirándolo medio embobada.

— Debe ser el golpe, tranquilo. —hablo desde su costado, sabiendo que la mirada de ella es la misma que tenía yo cuando lo conocí en persona la primera vez. Estamos en un consultorio de urgencias ya que se desmayo, ahora estoy dudando que haya sido por el pelotazo.

Él mientras la molestaba pasando su mano frente a los ojos de la castaña, obvio riéndose.

Me apoye contra la pared, cansada y abrumada por todo. Hoy antes de venir al trabajo, ya que no pude dormir casi nada, ya fui metiendo ropa en bolsas y las cosas de cocina en cajas. Se supone que hoy viene un camión para ayudarme a hacer la mudanza, sorpresivamente es cortesía del nuevo departamento.

— ¿Todo bien? —pregunto Juli acercándose.

— Si, un poco cansada. No sabía que mudarse era tan agotador. —me cruce de brazos.

— ¿Te mudas?¿A dónde? —entrecerre mis ojos hacia él.— Te juro que no le digo a nadie. —hizo el chiste haciéndome reir.

— Un poco lejos de acá. —mire por la ventana, el cielo está azul, y tiene esas nubes blancas que parecen sacada de una foto en pinterest.

— ¿Necesitas ayuda? Hoy voy a lo de Enzo así que podría ayudarte a bajar las cosas si querés. —que buen tipo por dios.

— No quiero molestar, en serio. Pero gracias. —sin decir más me acerque a Yami.— ¿Estamos bien para ir a casa? —asintió con la cabeza. Ella es una chica muy habladora, me sorprende que no haya dicho ni una palabra desde que entramos acá, ya se había despertado de su desmayo.

Salimos los tres, por suerte acá es más normal ver a un jugador por lo que no es tedioso salir junto a él.

— Las llevo. —él nos había traído en su auto.— ¿Yami a dónde te llevo?¿Al cole o a tu casa? —sus mejillas se tiñeron de un rosado muy sutil.

— Mi casa queda cerca, unas diez cuadras. —encendió el auto y lo fue guiando hasta que llegamos a una residencia privada, hermoso lugar.— Gracias, me bajo acá así no hacen todo el quilombo de papeles. Muchas gracias. Y perdón por las molestias. —los dos negamos y una vez que estuvo del lado de adentro emprendimos camino hacia mi edificio.

— ¿Todo bien con Enzo? —su pregunta largada de golpe me sobresalto.— Digo, porque se que se conocen, y el otro día escapaste cuando él apareció. —me miro brevemente.

— Si, todo bien. No nos llevamos muy bien últimamente, pero si. —incomoda metí las manos entre mis muslos.

No quedó muy convencido con mi respuesto, saco su celular y marco conectando el aparato al auto. Después de unos pitidos la voz ronca de Enzo atendió.

que onda amigo? Que quere? —el cordobés sonrió con su respuesta.

— Gato, que pinta hoy? —se escucho un suspiro del otro lado.

Nada, no tengo ganas de hacer nada boludo. —de fondo se escuchaba el sonido de platos y puertas.— Anoche apareció Feli acá en casa. —mis ojos se abrieron y lo mire a Julián incrédula.— Esta todo mal, soy un boludo amigo. —sin querer escuchar más le corte.

— ¿Que hace' profe? —y por impulso le di un manotazo en su brazo.— Para loca. —su risa se escuchó en todo el auto.

— ¿Para que lo llamas al tarado de tu amigo?¿Y porque no me dijiste de dónde me conocías? Boludito. Me haces flashear cualquiera. —se carcajeo peor.

— Y porque quería que sepas que ya te conozco, así hay más confianza. —rode mis ojos. El celular comenzó a sonar de nuevo con una llamada entrante del morocho.

¿Porque me cortas boludito? —ahora de fondo se escuchaba música.— Soy un pelotudo cordobés. Si venís te cuento bien. —mi corazón late fuerte en mi pecho.

— Estoy llevando a la profe a casa, así que en un toque llegó.

¿Que profe gato de mierda? Te dije que te voy a cagar a...—y ahora fue el turno de Juli de cortar la llamada.

— No le des bola, es más maricon. —doblo para ir directo a casa.— ¿Que te dijo cuando le dijiste que te mudabas? —me encogí de hombros.

— Nada, ¿Que me va a decir? Le dije por decir igual, no por nada en especial. —me hizo montoncito con la mano y se mordió e labio.

— ¿Porque me mentis? No soy Enzo eh. —jodio y estacionó el auto frente al edificio.
Cuando entramos en la puerta de los ascensores estaba apoyado el campeón del mundo más lindo a mis ojos. Cuando nos vio riéndonos se paró derecho y vino con nosotros.

— Juli, amigo, veni. —ni hola me dijo, nada, pase derecho al aparato gris y subí. Cuando se estaban por cerrar las puertas pasaron en dirección a la escalera.

— Ahora voy a tu casa Profe. —anuncio el cordobés haciendo que Enzo lo tome del cuello mientras el otro disfrutaba su enojo riéndose.

Entre a casa, puse el agua para el mate y seguí guardando cosas, por suerte no tengo mucho que guardar. Va, yo digo que no es mucho Pero ya voy seis cajas de ropa, algo no me cierra.

Iba y venia por el pasillo dejando las cajas en frente del ascensor para después bajarlas por ahí. El timbre del teléfono de casa suena avisándome que son los de la mudanza.

Les abro y suben cuatro hombres, por suerte amigables.

Los ayudaba en lo que podía, igual tampoco me dejaban que los ayude mucho.

Pedí un taxi, para que en una hora venga a buscarme así ya me voy a m nueva casa, para eso ya son las nueve de la noche.

...

Subo al auto poniendo un bolso en mis rodillas, esperaba que Enzo se despida, mi corazón y cabeza todavía no entienden que él ya dejó todo claro. Entre nosotros no había nada más que una amistad que se rompió y ya no hay vuelta atrás.

Con mi vista en la puerta de entrada el taxi emprendio camino, esto no es una película, es la vida real, él no va a correr en mi búsqueda.

Mejor así, prefiero guardar mi amor, muy muy en el fondo.

Así como él hizo.

Compañera de juegos // Enzo Fernandez (SSA #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora