Epílogo

1.7K 180 25
                                    

Felicia
Tres meses después

No entiendo en qué momento paso tan rápido el tiempo, me amolde a la nueva casa, pero mis sentimientos siguen en mi antiguo departamento, específicamente en el del frente.

Hoy estoy pagando mi tercer mes de alquiler, sin creer que tuve el autocontrol suficiente para no buscar al morocho que mueve todos mis intestinos con una sola mirada.

El sonido de la puerta me saco de mis pensamientos y con pasos pesados fui a destrabar la puerta.

— ¿Que onda Feli, sabes algo de la Chimoltrufia? —con Chimoltrufia se refiere a la novia que vive en los pisos de arriba, y quien me habla es Cristian Romero. Si, no me terminó de escapar de dos, y me traen otro.

Cristian es novio de Karen, que casualmente era amiga mía de la universidad, va se podría decir que ahora más bien es una conocida Pero en su momento éramos buenas amigas. Nos encontramos de casualidad en la entrada del edificio y nos abrazamos sin soltarnos por varios minutos, concordamos que el mundo es un pañuelo.

Está frase se hizo más fuerte cuando conocí a su novio, el Cuti. Es realmente un pañuelo. Yo no lo puedo creer. Pase de vivir meses en frente del morocho más lindo de la selección, para mudarme al mismo edificio de la novia de otro morocho de la selección.

— No amigo, no la Vi hoy. Debe estar trabajando. —deje la puerta abierta y entre a seguir haciendo mis cosas.

— No Feli, me dijo que no trabaja hoy. Por eso vine a verla. —me encogí de hombros sin saber que responder. Sacudí el sillón y me tire en el. Cristian cerró la puerta y se vino a sentar conmigo. Se hizo un buen amigo este último mes desde que nos conocimos. Le pedí consejos sobre lo que pasó con Enzo, sin decirle que era su compañero de equipo, y me dijo que lo mande a la mierda. Que no vale la pena renegar con chabones así.

Y realmente tiene razón, ¿Pero como hago para olvidarlo, no se puede?

— ¿Querés venir al partido del viernes? No sé si te dijo Karen, Pero tienen pase libre.

— Ella no me dijo nada, tampoco voy a invadir su espacio. —me hizo montoncito mandándome a cagar un poco más.

— Te estoy invitando boluda, a parte se llevan bien con Karen, no se que problema habría. Bueno si querés para que estés tranquila primero le digo a ella a ver qué piensa y que te diga a vos. —asenti.— ¿Cómo estás de tu panza?

— Maso, tengo que ir al médico la verdad.— hace días vengo acarreando un mal estar que no me deja comer nada, duermo poco, pero tengo sueño, me duele la cabeza y estoy muy irritable para ser sincera.

— ¿Porque no aprovechas hoy que no te veo trabajando? Te llevo dale, yo me tengo que ir. —le hice cara de duda.— Dale tarada, después no vas más.—entre quejas me levanté a buscar mis documentos y mi billetera.

— Vamos, dale cargoso. —lo empuje haciéndolo reir. Subimos a su auto y puso música haciendo más tranquilo el viaje.

Estacionó a los diez minutos más o menos, dejándome en la puerta de la clínica.

— Gracias cordobés, nos vemos otro día. —me puse la cartera y abrí la puerta del auto.

— Si Karen te manda mensaje ya sabes para que es. Anda boluda.

— Que cargoso sos hermano. —dije causando su risa y termine de bajar, me despedí con la mano e ingresé a la clínica.

Después de media hora estoy esperando en la camilla del doctor, mis manos cubren mi estómago con dolor, las punzadas que me dan me hacen cerrar los ojos y suspirar. La espalda me quema y ya no se cómo posicionarme para que no duela.

— Buen día Felicia. —asenti sin poder tomar aire para responder. Él coloco bien sus lentes y ojeo los papeles una vez más.— Tus dolores son normales, a esta edad gestacional tu cuerpo está cambiando. Puedo recetarte unos calmantes para que sea más lleva.. ¿Felicia? —¿Estoy escuchando bien? Se que mi cara está desfigurada tratando de entender que carajos me está diciendo este hombre.

— Disculpe doctor, no estoy entendiendo. ¿Sabe que tengo? —él me miró sobre el marco de su aumento y levanto sus cejas.

— ¿No está enterada de su estado señorita? —al parecer mi cara le dió la respuesta ya que dejo los papeles en la mesa y se sentó en la misma camilla que yo. Una de sus manos se apoyo en mi brazo tratando de darme consuelo supongo.— Creí que lo sabía y vino por seguridad nada más. Al ser primeriza.

— ¿Primeriza de que? —se de que me está hablando, pero ¿Primeriza de que?

— Está embarazada Felicia, de un estimado de doce semanas. En la ecografía eso se vería específicamente.

Mis ojos no dejan de parpadear, a la vez que mi boca se abre y se cierra sin saber que decir.

¿Yo?¿Embarazada? Na, imposible.

Comencé a reírme como loca, y me senté en la camilla bajando los pies al suelo, tome mi bolso y me encamine a la puerta.

— Gracias doctor, que tenga un buen día.—habra quedado confundido, o no, capaz es más normal de lo que creo este tipo de casos.

Cuando salgo de la clínica, lo primero que hice fue buscar el celular en mi bolso, mis dedos temblorosos hacían el trabajo más difícil.

— Necesito ayuda. —fue todo lo que dije y corte, me senté en la orilla de la calle a esperar que su auto vuelva por dónde se fue.

El defensor del Tottenham bajo rápido de su auto acercándose a mi.

— ¿Que te paso? —su cuerpo en cuclillas frente al mío lo veía borroso.

— Estoy embarazada cordobés. —y las lágrimas al fin salieron de mis ojos. Su cara fue un poema ya que me miró sin decir nada.

— Me estás jodiendo boluda. —se llevo la mano a la cara y después me miró preocupado.— ¿Que vas a hacer?¿Te felicito? —su espontaneidad me relaja y sonrió.

— No se que voy a hacer. Tampoco tengo mucho tiempo para pensarlo, si quiero sacarmelo tengo que dar la vuelta y entrar ahora. Estoy de más o menos tres meses boludo. —lleve la mano a mi boca, embarazada de Enzo Fernández, el sueño de la piba. La puta madre.

— Entonces es del pibe ese que me contaste. —no pregunto nada, solo confirmo lo que yo tenía dando vueltas en mi cabeza.— Vamos que te llevo a tu casa, tenés que agendar un turno con tu médico, así ya empezas los controles. —me ayudo a levantarme para escoltarme hasta su auto.

— Cristian, estoy de menos de cuatro meses, puedo moverme. —la ternura que me dan sus gestos inconscientes es inexplicable. Me tiró un mechón de pelo y se fue a subir a su lado del auto.

— Te quería ayudar nomás culia' —encendio el auto y dió la vuelta.— ¿Le vas a decir al padre de la bendición? —ya quería negar todo, y que me trague la tierra.

¿Cómo sigo? ¿Cómo afrontó la situación? ¿Que carajo voy a hacer?

Solo se que ahora solo quiero encerrarme en mi habitación y no salir por días, eso es un mal paso si me acabo de enterar que voy a ser mamá.

Voy a ser mamá.

Y con ese último pensamiento me largue a llorar mientras Cuti me acariciaba la espalda dándome palabras de consuelo.

Compañera de juegos // Enzo Fernandez (SSA #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora