El café estaba lleno aquella mañana de miércoles. Las mesas de madera crujían bajo el peso de las tazas, y el murmullo de conversaciones se mezclaba con el suave tintineo de cucharillas removiendo azúcar. La protagonista se sentó en una esquina, ocultándose entre la sombra de una planta artificial y el ventanal que daba a la calle principal. Era un lugar estratégico: desde ahí podía observar sin ser observada, al menos no de manera obvia.Sosteniendo un bolígrafo, miró fijamente la hoja de papel blanco frente a ella. Las palabras parecían burbujear en su mente, presionando para salir, pero no lograban plasmarse en el papel. Había pasado mucho tiempo pensando en este momento, y ahora que estaba aquí, dudaba.
—¿Es una locura? —murmuró para sí misma, jugueteando con el bolígrafo.
Sabía que lo era. Sabía que la gente no entendería. ¿Quién en su sano juicio buscaría un novio por una semana y estaría dispuesto a pagarle? Pero eso era precisamente lo que le hacía falta: una pizca de locura, algo que le recordara que estaba viva, que aún tenía la capacidad de hacer cosas que sorprendieran al mundo… y a sí misma.
Inhaló hondo y, con un trazo decidido, escribió las primeras palabras:
“Busco novio por una semana.”
Le pareció extraño verlo en la hoja. Directo, simple. Luego añadió:
“Ofrezco buena compañía, conversaciones interesantes y una experiencia única. Pago: 500 dólares.”
Lo miró un instante más, mordiéndose el labio inferior. ¿De verdad alguien respondería a esto? ¿No sonaba más bien patético? La idea le había parecido divertida la noche anterior, cuando estaba sola en su apartamento, riéndose de su propia situación. Pero aquí, en un café lleno de extraños, con la vida desarrollándose con normalidad a su alrededor, el plan se sentía casi ridículo.
Sacudió la cabeza para alejar las dudas. Si no hacía esto ahora, no lo haría nunca.
Añadió un pequeño recuadro en la esquina de la hoja con un número de contacto temporal que había creado solo para esta ocasión, y con manos temblorosas, se levantó y caminó hacia el tablón de anuncios que estaba junto a la entrada del café.
Varias miradas curiosas la siguieron mientras clavaba el cartel con un alfiler, entre avisos de clases de yoga y ofertas de empleo. Nadie dijo nada, pero pudo sentir los ojos sobre su espalda.
“Muy bien. Ya está hecho”, pensó, reprimiendo el impulso de arrancarlo y salir corriendo. Se quedó quieta un segundo más, escuchando el latido de su corazón acelerado. Luego, con la misma rapidez con la que había llegado, volvió a su mesa, recogió su bolso y se marchó, el tintineo de la puerta del café despidiéndola.
Esa tarde, intentó distraerse en casa, pero el pensamiento de lo que había hecho no la dejaba en paz. Se preguntó qué clase de personas responderían a algo así. ¿Locos? ¿Gente necesitada de dinero? ¿O quizás… alguien más como ella, buscando algo que no podía expresar?
Decidió volver al café al día siguiente para ver si alguien había mostrado interés. Cuando llegó, se quedó helada al ver el cartel. A simple vista, parecía que nada había cambiado, pero al acercarse, notó algo.
Había una respuesta.
“¿500 dólares por ser tu novio? ¿Cuál es el truco?”
Las palabras, escritas a mano en una letra pequeña y ligeramente inclinada, la hicieron sonreír. No se sintió ofendida; de hecho, la pregunta era razonable. Aún más abajo, había una nota adicional:
“Si estás hablando en serio, ven mañana a las 4 p.m. aquí mismo. Si no, arranca esto y nunca vuelvas.”
Sintió un cosquilleo en el estómago. ¿Quién era este chico? ¿Por qué aceptaría? Por un instante, las dudas regresaron, pero las ignoró.
“Es solo el comienzo”, se dijo a sí misma mientras doblaba el cartel y lo guardaba en su bolso.
Se marchó de nuevo, con una sensación de expectativa burbujeando en su interior.
Mañana, descubriría quién era el primer loco dispuesto a aceptar su propuesta.
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siete días en el paraíso
Romance(Completa) Esta historia es solo un borrador de lo que será en un futuro 🤡