Perspectiva de MíaEl día siguiente, el sol brillaba nuevamente y la emoción burbujeaba en mi interior. Después de nuestra conversación sobre la tirolesa, decidimos que era hora de hacer algo realmente emocionante. Habíamos encontrado un lugar en las afueras de la ciudad que ofrecía un recorrido en tirolesa sobre un hermoso valle.
Mientras viajábamos en el autobús, no podía evitar sentir mariposas en el estómago. Adrián estaba sentado a mi lado, sonriendo y bromeando sobre lo que íbamos a hacer. Su energía era contagiosa.
—¿Estás lista para gritar como una niña pequeña? —me preguntó, su voz llena de diversión.
—Solo si tú lo haces primero. —Respondí, riendo. Era imposible no sentirme ligera y feliz a su lado.
Cuando llegamos, el lugar era aún más impresionante de lo que había imaginado. Había un amplio campo verde, árboles altos y un río serpenteante que pasaba por el fondo del valle. Todo era perfecto para una aventura.
Al llegar a la zona de registro, nos encontramos con un grupo de personas listas para la actividad. La guía nos dio una breve orientación sobre la seguridad y las reglas. Adrián y yo nos miramos, la emoción reflejada en nuestros ojos.
—Recuerda, si me caigo, ¡tú me salvas! —dije, bromeando mientras nos poníamos los arneses.
—Solo si tú me gritas para que me avises —respondió, burlándose de mí.
Una vez que estuvimos listos, nos llevaron a la primera plataforma. Miré hacia abajo y sentí que mi corazón latía con fuerza. Era más alto de lo que había imaginado, y el viento mecía suavemente mi cabello.
Perspectiva de Adrián
Mientras esperaba mi turno, observé a Mía. Ella estaba nerviosa, pero también emocionada. La forma en que mordía su labio inferior y miraba hacia el horizonte me hizo sonreír. Era admirable verla enfrentar sus miedos.
—¿Listo? —pregunté cuando llegó su turno.
Mía asintió, pero podía ver la indecisión en sus ojos.
—Recuerda, no hay vuelta atrás. Solo tienes que saltar y dejarte llevar —le dije, intentando infundirle confianza.
Ella respiró hondo, y justo cuando iba a dar el salto, me tomó de la mano. Fue un gesto tan simple, pero me llenó de una calidez inesperada.
—No me dejes caer —dijo, riendo nerviosamente.
Perspectiva de Mía
Con su mano en la mía, sentí que todo era posible. Finalmente, salté. El viento golpeó mi rostro y la adrenalina recorrió mi cuerpo. Grité de emoción mientras deslizaba por la cuerda, sintiendo la libertad de estar completamente viva.
Cuando llegué al otro lado, reí sin parar. Adrián llegó poco después, también riendo y gritando de emoción.
—¡Eso fue increíble! —exclamé, sintiéndome más viva que nunca.
—¡Y pensar que pensabas que ibas a tener miedo! —dijo, haciéndome una mueca burlona.
Nos pasamos el resto de la tarde deslizándonos de un lado a otro, riendo y disfrutando cada momento. Cada descenso se sentía como una pequeña victoria, una forma de liberarnos de nuestras preocupaciones y conectarnos más profundamente.
Después de un rato, decidimos tomar un descanso y nos sentamos en una de las plataformas, tomando agua y recuperando el aliento.
—Definitivamente deberíamos hacer esto más a menudo —dijo Adrián, su mirada llena de entusiasmo.
—Sí, y me siento increíble por haberlo hecho. Esto está en la lista, ¡pero debería ser parte de nuestras vidas! —respondí, sintiendo que el día se había convertido en algo más que una simple aventura.
Perspectiva de Adrián
Mientras descansábamos, no pude evitar mirar a Mía con admiración. La forma en que se había lanzado a la experiencia, sin dudar, me hizo reflexionar sobre lo que había dicho sobre la libertad. Había algo inspirador en ella, una chispa que iluminaba incluso los días más oscuros.
—¿Sabes? Te admiro. Has tomado este desafío con una sonrisa —le dije sinceramente.
Mía sonrió, un ligero rubor apareciendo en sus mejillas.
—Gracias, pero creo que esto es solo el comienzo. Hay tantas cosas en mi lista que quiero hacer. Quiero sentirme viva cada día.
Sus palabras resonaron en mí. La vida era un regalo, y ambos parecíamos estar en la misma sintonía. Me pregunté qué más podríamos lograr juntos en esta semana.
Perspectiva de Mía
Cuando finalmente dejamos el lugar, aún podía sentir la adrenalina corriendo por mis venas. Mientras viajábamos de regreso a casa, Adrián y yo seguimos hablando sobre las próximas cosas en la lista. La emoción era palpable, y sabía que cada día que pasábamos juntos era una nueva oportunidad para aprender y crecer.
—¿Cuál es la próxima cosa de la lista que quieres hacer? —preguntó, mirándome con curiosidad.
—Quiero tener una cita real. Como una cena en un lugar bonito, algo que realmente me haga sentir especial. —Sonreí, un poco nerviosa.
Adrián se quedó en silencio por un momento, como si estuviera procesando la idea.
—¿Y si hacemos eso mañana? —sugirió, una chispa en sus ojos.
—¿De verdad? —me sorprendí, sintiendo que mi corazón latía con más fuerza.
—Claro. Lo haré especial, te lo prometo. —Me miró con seriedad, y en ese instante supe que la semana iba a ser aún más increíble de lo que había imaginado.
Así, con la promesa de una cita en el aire, regresé a casa sintiéndome más emocionada y esperanzada que nunca.
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siete días en el paraíso
Romance(Completa) Esta historia es solo un borrador de lo que será en un futuro 🤡