capitulo 3

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Perspectiva de Mía

El día siguiente al café había llegado, y estaba un torbellino de nervios. Adrián y yo habíamos decidido vernos nuevamente, y mientras me preparaba, no podía dejar de pensar en lo extraño que era todo esto. ¿De verdad estaba a punto de salir con un chico que conocía desde hacía apenas un día? Pero había algo en él que me hacía sentir curiosa y un poco emocionada.

Decidí vestirme de manera casual pero cómoda: una camiseta simple que caía suavemente sobre mis hombros y unos jeans que me hacían sentir bien. Al mirarme al espejo, intenté no pensar demasiado en mi apariencia. A veces, la timidez me dominaba, pero sabía que era hora de hacer algo diferente. Salí de casa, y el aire fresco de la mañana me llenó de determinación.

Cuando llegué al parque, lo vi esperándome, sentado en un banco con una sonrisa despreocupada. La luz del sol resaltaba sus rasgos; su cabello castaño alborotado brillaba como si cada rayo de sol lo abrazara. Cuando me vio acercarme, se levantó, y en ese momento, un cosquilleo recorrió mi estómago.

—Hola, Mía —dijo, su voz suave y segura.

—Hola, Adrián. —Me senté a su lado, intentando parecer tranquila mientras mi corazón latía con fuerza. Estaba seguro de que él podía escuchar mi agitación.

—¿Qué planeamos hacer hoy? —preguntó, sonando casi tan ansioso como yo.

—Tenía algunas ideas, pero antes, hay algo que debo hacer —respondí, tratando de ser casual. Había olvidado un objeto importante en casa que quería mostrarle.

—¿Algo importante? —preguntó, su curiosidad evidente.

—Sí, ¿te importaría si vamos a mi casa un momento? No está lejos de aquí. Solo será rápido —dije, sin pensar mucho en lo que eso significaba.

Su mirada se tornó pensativa, pero finalmente asintió.

—Está bien, vamos —dijo, y aunque había una leve duda en su voz, confiaba en mí.

Mientras caminábamos, el aire fresco nos envolvía, y la conversación fluía de manera natural. Hablábamos de nuestros pasatiempos, de nuestras familias y de cómo cada uno había llegado a este momento. Había algo en la manera en que me miraba que me hacía sentir vista, y no solo como una chica del anuncio.

Perspectiva de Adrián

La vi acercarse y no pude evitar sentirme intrigado. Mía no era como las chicas que solía conocer. Era morena, bajita, con esos ojos castaños que parecían reflejar una chispa especial. A primera vista, podría parecer normal, pero había algo en su presencia que la hacía destacar. Quizás era su manera de ser, una combinación de timidez y valentía que me atrajo de inmediato.

Cuando llegamos a mi casa, abrí la puerta y entramos. El lugar era pequeño, pero acogedor. Las paredes estaban decoradas con fotos familiares, cada una contando una historia diferente. Al instante, la atención de Mía se desvió hacia el mural de fotos.

—¿Tienes hermanos? —preguntó, curiosa.

—Sí, tengo una hermanita. Se llama Milagros. A veces es un verdadero torbellino —respondí, sonriendo mientras recordaba sus travesuras.

Mía asintió, su interés evidente. Antes de que pudiera decir algo más, oí un ruido en la habitación contigua. En un abrir y cerrar de ojos, Milagros apareció en el umbral, con su cabello rizado y una gran sonrisa en el rostro que iluminaba el lugar.

—¡Adrián! —gritó al verme, y luego se dio cuenta de que no estaba solo—. ¿Quién es ella?

—Milagros, este es Mía. Mi… novia por una semana —dije, enfatizando la palabra "novia" con un tono juguetón.

—¡Hola, Mía! —saludó mi hermanita, extendiendo su mano como si fuera un pequeño adulto.

—Hola, Milagros —respondí, sonriendo ante su energía contagiosa. La forma en que iluminaba la habitación era fascinante.

—¿Qué te gusta hacer? —preguntó, con la curiosidad propia de una niña de siete años.

—Me gusta leer y escribir —dije, sintiendo que, aunque era una respuesta simple, era un buen inicio.

—Yo también leo, pero más cuentos de hadas —dijo, emocionada—. ¿Quieres ver mi libro favorito?

—Claro, me encantaría —respondí, sintiendo cómo esa pequeña interacción empezaba a romper el hielo.

Mientras Milagros corría hacia su habitación, me volví hacia Mía. La vi observando la casa, cada rincón revelando un poco más sobre mí. La forma en que sus ojos se iluminaban con curiosidad me hizo sentir que había tomado una decisión acertada al invitarla.

Perspectiva de Mía

Adrián se veía diferente en su hogar, más relajado y auténtico. Miré las fotos en las paredes, donde se podía ver a un joven Adrián sonriente en una playa, con su madre a su lado. Había algo entrañable en esas imágenes que me hacía sentir más cercana a él.

Cuando Milagros regresó con un libro en las manos, me di cuenta de que este simple momento era significativo. La pequeña abrió su libro y comenzó a leer en voz alta, con una energía que me hizo sonreír. Mientras la escuchaba, me di cuenta de lo importante que era para Adrián tener a su hermana en su vida.

—Es un poco intensa, pero tiene un buen corazón —susurró Adrián a mi lado, mirándome con complicidad mientras Milagros seguía con su relato.

Sonreí, sintiendo que había un vínculo entre nosotros. Esa visita a su casa había añadido una nueva dimensión a nuestra relación. No solo había conocido a su hermanita, sino que también había tenido la oportunidad de ver una parte de su vida que la mayoría de la gente no vería.

—¿Y tú qué haces, Mía? —preguntó Milagros, cerrando el libro y mirándome con curiosidad.

—Estoy en un pequeño proyecto personal —respondí, sintiendo que la respuesta era más adecuada que contarle sobre mi enfermedad. Decidir qué compartir y qué no era complicado, pero en ese momento, todo parecía encajar.

Mientras Milagros y yo continuábamos charlando sobre libros y cuentos de hadas, sentí cómo la tensión que había tenido el día anterior se disipaba. Adrián se unió a la conversación, lanzando comentarios divertidos que hacían reír a su hermana. En un instante, todo parecía natural y fácil.

“Es solo por una semana”, me repetí. Pero mientras observaba a Adrián interactuar con su hermana, algo en mi interior me decía que esta semana sería mucho más importante de lo que estaba preparada para admitir.

siete días en el paraíso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora