capitulo 11

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Perspectiva de Mía

El día del viaje finalmente había llegado, y la emoción zumbaba en el aire mientras Adrián y yo nos subíamos a la furgoneta. Con una sonrisa amplia, lo miré mientras ponía el GPS.

—¿Listos para nuestra aventura? —preguntó, sus ojos brillando con entusiasmo.

—¡Totalmente! Pero, ¿qué pasa si nos perdemos y terminamos en un lugar extraño? —bromeé, riendo.

—Eso haría que nuestra historia fuera aún más interesante. Podríamos convertirnos en los exploradores perdidos de la ciudad —respondió, riendo a su vez.

El trayecto estuvo lleno de risas y bromas. Compartimos historias de la infancia y nos reímos de anécdotas ridículas. A medida que nos alejábamos de la ciudad, el paisaje se transformaba en una mezcla de montañas y campos abiertos, y la brisa fresca entraba por las ventanas.

—Prométeme que haremos algo loco —dijo Adrián, sonriendo mientras ajustaba la radio.

—Te lo prometo. ¿Qué tal si nos disfrazamos de turistas en la ciudad? Podemos inventar un idioma —sugerí, riendo de la idea.

El tiempo pasó volando entre risas y música, hasta que finalmente llegamos a nuestro destino: una pequeña ciudad costera. Mientras explorábamos, sentí una mezcla de emoción y nerviosismo. Era un lugar lleno de vida, con coloridos mercados y gente amable. Pero, en el fondo, también había un eco de mis recuerdos.

En uno de los mercados, mientras revisábamos algunas artesanías, me topé con una cara familiar. Una chica de cabello rizado y sonrisa amplia estaba frente a mí.

—¡Mía! —gritó, acercándose rápidamente. Era Laura, una de mis mejores amigas de la secundaria, antes de que la vida me empujara hacia la oscuridad.

La sorpresa me hizo sentir un torbellino de emociones. Laura y yo habíamos perdido el contacto cuando decidí alejarme de todos. Las viejas heridas volvieron a resurgir.

—¡No puedo creer que seas tú! —dijo Laura, con los ojos llenos de alegría.

—Yo tampoco. ¡Es increíble verte! —respondí, tratando de ocultar la tensión en mi voz.

Adrián observó la interacción con curiosidad, y aunque quería presentarle a Laura, la sensación de incomodidad se apoderó de mí. Mientras charlábamos, mis recuerdos comenzaron a desbordarse, llevándome a momentos de felicidad, pero también a la tristeza que había experimentado.

Recordé las largas noches de insomnio, la depresión que había nublado mi vida y cómo todo cambió cuando fui diagnosticada con cáncer. La lista que había creado no era solo una serie de deseos; era un intento de reconciliarme con el tiempo que me quedaba. Quería vivir intensamente, a pesar del dolor.

Después de intercambiar algunas palabras con Laura y tomar una foto para recordar el encuentro, nos despedimos. La sensación de angustia y nostalgia me invadió, y volví a buscar la compañía de Adrián, quien me observaba con preocupación.

—¿Estás bien? —preguntó, notando la sombra en mi rostro.

—Sí, solo fue un encuentro inesperado —dije, tratando de sonreír.

Mientras caminábamos por la playa, Adrián me tomó de la mano. La calidez de su toque me reconfortó, aunque el peso de mi enfermedad seguía presente en mi mente. No podía seguir ocultándolo por mucho tiempo. Tenía que encontrar el momento adecuado para abrirme.

—¿Qué tal si hacemos algo loco ahora? —sugerí, intentando cambiar el tema y distraerme de mis pensamientos.

—¿Qué tienes en mente? —preguntó él, su interés inmediato.

—¡Un reto de saltos al agua! —dije, señalando una pequeña plataforma en la playa.

Adrián rió y, después de unos momentos de dudar, aceptó. Corremos hacia la plataforma y, en un instante de valentía, saltamos al agua, gritando de emoción. La risa resonaba entre nosotros, y por un momento, me olvidé de todo.

Mientras nadábamos, sentí que las olas y el sol limpiaban mis preocupaciones. En ese momento, me di cuenta de que, aunque mi enfermedad era una sombra en mi vida, también había momentos de luz que valían la pena vivir. Estaba construyendo recuerdos, y eso era lo que realmente importaba.

Al final del día, mientras caminábamos de regreso a la furgoneta, sentí que había compartido más de mí misma con Adrián. Sabía que era solo cuestión de tiempo antes de que revelara lo que realmente estaba pasando. Pero por ahora, estaba decidida a disfrutar del viaje y vivir cada momento al máximo.

siete días en el paraíso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora