Capítulo 4: Descansa, chico

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Un mes después…

Mingyu esquivó tarde el golpe y el puño de Seokmin se clavó en su mandíbula con tanta fuerza que Mingyu mordió su lengua y escupió sangre sobre el suelo. Miró con furia al lobo grande de cabello rojizo y mecha blanca y sacó sus garras.

Seokmin sonrió satisfecho. Cómo lo odiaba. No es que odiara a Seokmin, no tenía nada contra su persona y el poco tiempo que Mingyu había estado en la manada se había dado cuenta de que el entrenador de centinelas era un hombre muy querido, respetado y al que todos pedían ayuda y protección. No. Mingyu odiaba su manera de enfurecerlo, esperando que el lobo enojado de Mingyu saliera a su superficie para hacer que Mingyu lo dominara. Había pasado un mes con este estúpido entrenamiento y nada había funcionado incluso cuando Mingyu se esforzaba cada día más y más.

Empezaba a cansarse. Joshua le había pedido paciencia, y toda la manada del bosque le mostraba su apoyo, sin embargo, las noches se estaban convirtiendo en un verdadero infierno, más después de colgar el teléfono y despedirse de Wonwoo.

—Usa tu voz —mandó Seokmin cómo si eso fuera lo más fácil del mundo.

Mingyu gruñó. No era él quién lo hacía, era el lobo enfadado. Seokmin le había enseñado a hablar con él, a tratar de calmarlo, a disculparse, pero su lobo parecía ser el más cabezota de toda la historia e ignoraba todo lo que Mingyu le decía y pedía.

Seokmin aprovechó para golpear su estómago mientras que Mingyu se concentraba en la furia del lobo y en domesticarlo pero la cola apareció y después las orejas, su visión se tornó roja y su cuerpo cambió rompiendo la ropa y acomodándose a otro. Los pensamientos ahí del lobo eran mucho más fuertes y todos incluían a Wonwoo, escapar de Seokmin, llegar a su pareja, sentir su olor. Seokmin no tenía problemas para dominarlo, estaban en un gimnasio cerrado dónde las únicas personas que habían eran ellos dos y el lobo fijó la mirada en el Alfa antes de saltar sobre él.

Mingyu le dijo que parara. Que se detuviera. Nunca conseguía volver a su cuerpo humano después de una transformación y era Seokmin el que obligaba a su lobo a retroceder. Si quería regresar a la ciudad y ver a Wonwoo, Mingyu tenía que ser capaz de lograr eso al menos.

Seokmin cayó al suelo de espaldas, sujetando las fauces del lobo con sus manos y evitando las garras que lanzaba hacia todos los lados.

—Vamos, Mingyu —lo llamó por su nombre.

Mingyu estaba ahí. Mingyu estaba ahí dentro pero no sabía cómo hacer que su bestia le obedeciera sin fármacos.

Seokmin esperó esquivando todos sus golpes a que Mingyu tomará las riendas y cuando vio que no lo haría, su cuerpo giró sobre el lobo. Sus piernas y brazos lo amordazaron y el lobo estaba jadeando y llorando. Mingyu ya tenía suficientes magulladores y costillas rotas por eso, claro que siempre era mejor romperle una costilla a que mordiera a Seokmin y la clínica se había convertido en su casa. Pasaba ahí la mayoría de las noches y empezaba a acostumbrarse a lo que era la vida en una manada. No le gustaba, pero no tenía otro remedio más que aguantar.

El lobo chilló y retrocedió y Mingyu siseó cuando sintió sus huesos moverse de lugar. Seokmin se levantó y antes de tirar algo de ropa sobre él lo estudió para cerciorarse de que estaba bien.

—Fallaste, otra vez.

Mingyu se puso los pantalones adolorido.

—No puedo hacerlo.

—Lo harás, Mingyu. Tendrás que aprender o te quedarás en el bosque para toda la vida. ¿Quieres eso?

—Odio este lugar.

—Entonces, ya sabes que hacer. Mañana haremos algo diferente.

Mingyu lo miró.

—¿Diferente? ¿Por qué?

MESTIZO  ▪︎『MINWON|MEANIE』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora