Capítulo 2: Pareja

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Tiempo atrás...

Wonwoo salió de último del instituto. Normalmente, el niño se quedaba recogiendo y hablando con los profesores, esperando a que toda la clase saliera para no encontrar los pasillos abarrotados de lobos y humanos y sufrir empujones.

Como cada día después de la escuela, pasó por la panadería y la señora amable le esperaba ya con su barra de pan caliente. Wonwoo la pagó, agarró el delicioso pan y se lo llevó a la boca. Su madre odiaba que lo hiciera pero a Wonwoo le encantaba mordisquear el pan y no podía resistirse durante todo el camino. Los días se estaban haciendo demasiado largos y el invierno y el tiempo nublado no ayudaba a nada.

Wonwoo ajustó su bufanda, su olor estaba controlado y las feromonas de su celo estables, sabía que no debería de haber ido a clase hoy, estaba en celo, pero era mucho peor quedarse en casa con su madre y la botella de alcohol rodando hasta sus labios cada cinco minutos. Caminó lento, esperando que su madre estuviera durmiendo cuando llegara a casa y tuviera que llamar a Seungcheol de nuevo para que lo ayudara a llevarla a la cama.

Como Alfa, Wonwoo era un error. Sabía que era un niño aún, pero los Alfas empezaban a crecer a los trece años, ya habían Alfas grandes en su clase y Wonwoo… Si no fuera por el olor la mayoría lo confundiría con un Omega o Beta poco desarrollado. Pensó en los gemelos, tres años más mayores que él y mordisqueó otro trozo de pan. Mingyu y Gyumin siempre estaban juntos en los recreos y rodeados de amigos. Eran altos, morenos. Las chicas les ofrecían sus almuerzos y los buscaban siempre como pareja de gimnasia, y Wonwoo miraba a lo lejos. Hoy ninguno de los dos habían venido y el patio había sido mucho más silencioso.

Wonwoo tomó un atajo por una calle vacía y sus pies se detuvieron en la sombra de un callejón. Su vientre cosquilleo y un aroma familiar llegó a sus fosas nasales.

Era espeso. Era humo convertido en fuego que ardió en sus pulmones.

Tomó tanto cómo pudo y el lobo lo lanzó a la oscuridad. Wonwoo sintió el peligro ascender por cada nervio de la piel en cuanto entró en el callejón oscuro. Su ropa interior, húmeda e incómoda.

Un sonido. Un gruñido.

—¿Hola? —habló sin darse cuenta de que estaba jadeando.

Toda su piel se sentía caliente. Era su segundo celo y le estaba golpeando fuerte. Quemaba, el sudor se deslizaba por su columna vertebral y frente. Había otra respiración ahí.

Pesada y densa.

Wonwoo se detuvo y antes de poder ojear a su alrededor, algo lo tiró al suelo. Cayó de boca, el pan se salió de la bolsa y pensó en su madre, la mochila se clavó en su espalda y el asfalto sucio y apestoso raspó su mejilla. Temblando, Wonwoo miró a su espalda.

Había una sombra grande y casi humana, Wonwoo podía olerlo. Sabía a quién pertenecía ese olor.

—Pareja —gruñó el animal y Wonwoo se quedó muy quieto—. Pareja. Mío. Pareja.

La mochila fue sustituida por un cuerpo caliente y Wonwoo pensó que se ahogaba. Su mente se nubló, su lobo saltó y el frio mordió la piel de su espalda cuando el lobo arrancó su abrigó y camiseta fuera.

—Pareja —seguía ladrando.

Wonwoo miró y esta vez sí que pudo ver su rostro. Era una máscara de dolor. Mingyu estaba manchado de sangre, habían cortes en su pecho desnudo y rostro y sangre. Su media melena oscura estaba enredada y Wonwoo quiso pasar los dedos por ella y disfrutar de su suavidad. Tuvo que haberse excitado con eso porque las aletas de la nariz de Mingyu se abrieron y tomaron el olor y las feromonas en celo de Wonwoo. Sus manos tiraron de su pantalón de chándal y Wonwoo se encontró parcialmente desnudo. Paralizado por el miedo y el deseo, sin voz, sin tener nada que decir mientras que Mingyu trataba de meterse en su trasero. Todo el peso cayó encima de él cuando lo embistió. Mingyu volvía a llamarlo suyo, el dolor lo atravesaba, su lobo lloraba y Wonwoo con él.

Mingyu le hizo apretar la frente contra el asfalto, y los dientes afilados llegaron luego. La lengua, su boca.

Wonwoo gimió y el dolor se convirtió en placer. Su cuerpo ardía junto al de Mingyu, sus caderas se movían y la marca palpitaba en cada embestida. La bestia rugió apretando en sus caderas y Wonwoo sintió algo derramándose dentro de él. Mingyu no se quedó más tiempo ahí.

Salió de él y corrió, y Wonwoo lo escuchó y lloró.

Cuando llegó a casa hecho un desastre, su madre dormía en el sofá abrazada a una botella de alcohol.

MESTIZO  ▪︎『MINWON|MEANIE』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora