Capítulo 5: No respira

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Lo primero que hizo Mingyu al despertarse fue llamar a Wonwoo. No debería de haber dicho eso, pero de nada servía lamentarse ahora de todas las veces que la había fastidiado con él. Tenía que asumir que era una mierda de pareja, que tenía menos sensibilidad que un horno y que en su vida siempre que algo podía ir a peor, en realidad lo hacía.

Sabía que Wonwoo no iba a contestar. Poco a poco iba conociéndolo. El lobo era cabezón, terco y orgulloso. No le gustaba mendigar afecto, nunca cambiaba de opinión y discutir con él era misión imposible, mucho menos por teléfono cuando era tan fácil colgar e ignorar.

Mingyu suspiró y dejó el teléfono tranquilo junto a la cama, la pantalla estaba rota y no quería tener que pedir a alguien de la manada que le comprara otro en la ciudad porque él había estrangulado a su teléfono después de ser ignorado por su pareja. No. Mingyu no tenía control, pero para eso si.

Esperó fuera de la cabaña a que Seokmin lo recogiera y llevara al lugar de su nuevo entrenamiento y lo que vio, no fue nada esperado. El entrenador lo condujo a través del bosque, una caminata sencilla junto a un camino de tierra hasta llegar a un pedrusco alto en el que había una figura sentada. Mingyu miró a Seokmin a la espera de que le dijera que tenía que pelear con él, pero el Alfa simplemente le señaló que subiera ahí.

Mingyu frunció el ceño, encogió los hombros y lo hizo escuchando las pisadas de Seokmin a sus espaldas.

—Toma asiento —habló bajo Seokmin.

Mingyu miró la roca fría, no estaba entendiendo nada, pero lo hizo de todas maneras esperando descubrir lo que Seokmin tenía entre manos.

Mingyu se sentó, tratando de imitar la forma en la que las piernas del extraño se entrecruzaban e Seokmin se acuclilló.

—Hansol, estamos aquí.

—Soy ciego, Seokmin, no sordo —respondió Hansol con una sonrisa torcida.

Mingyu lo miró de reojo con algo de desconfianza. El lobo no llevaba camiseta, tan sólo un pantalón ancho y blanco. Su pelo estaba cortado a la altura de su mandíbula y llevaba una trenza larga colgando de los últimos mechones de su cabello castaño. Sus cejas eran finas, relajadas, una suave mandíbula y ojos blanquecinos.

Mingyu se sintió incómodo, más bien inquieto cuando Hansol dirigió el rostro hacia su dirección y lo miró durante unos segundos sin decir nada. No miraba, sus ojos lo miraban pero ahora que Mingyu sabía que ese hombre era ciego, no podía entender lo que estaba haciendo.

—Así que tú eres el que tiene problemas con su lobo.

Mingyu se tensó.

—Algo así.

—Seokmin me ha contado tu historia, espero que no te moleste.

—Todos la saben. No me importa. ¿Qué es lo que voy hacer aquí, Seokmin?

Seokmin hizo una mueca.

—No quiero reconocer que mi trabajo contigo está resultando inútil, pero lo es, y ya me he llevado suficientes reprimendas de Soonyoung y de Jeonghan cómo para seguir con algo que no está funcionando. Hansol tiene una historia parecida a la tuya, pensé que él podría darte la clave.

Esta vez, Mingyu miró curioso a Hansol.

—¿Puedes?

—¿Qué si puedo hacerte controlar a tu lobo?

—Sí.

Hansol sonrió de forma astuta, como un zorro.

—No se puede controlar a un animal salvaje. Puedo hacerte convivir con él, puedo enseñarte a escucharlo, pero no voy a enseñarte a encadenarlo como la mayoría de los Alfas sin cerebro hacen. Si te vale, bien. Si no, vete a otra parte.

MESTIZO  ▪︎『MINWON|MEANIE』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora