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Día 1; Campamento de
entrenamiento de Saitama.





Nekoma por fin había llegado a Saitama, a la Academia Shinzen, donde se llevaría a cabo aquél campamento de entrenamiento de verano, y a juzgar por los otros autobuses en el estacionamiento, la Academia Fukurōdani y la preparatoria Ubugawa ya debían estar ahí también.

Kenma salió del autobús de forma somnolienta, estirándose y bostezando. Habían comenzado a conducir a aquél lugar bastante temprano por la mañana pese a que Tokio y esa cuidad eran vecinas, y por alguna razón no había podido conciliar el sueño en el viaje. Si era sincero, no quería estar ahí para nada. No quería cansarse innecesariamente y estuvo rezando internamente para no acabar con un castigo agotador.

A penas comenzaban a bajar sus cosas cuando otro autobús llegó al estacionamiento. Kenma sabía exactamente quiénes eran: Karasuno.

Se adelantó un poco entre sus compañeros y se acercó, y la primera persona que vio bajar fue aquella con esa cabeza naranja que tanto conocía; Hinata.

—¡Kenma! —saludó el chico, saltando como siempre solía hacerlo, se acercó a él con una velocidad increíble y Kenma dió un par de pasos atrás para evitar el abrazo.

—Hola, Shoyo —saludó, dándole una pequeña sonrisa.

Se alejaron un poco del grupo mientras ellos terminaban de bajar todas sus cosas, y la conversación que habían comenzado a tener dió un cambio repentino.

—Oye, ¿dónde está el Skytree? —preguntó Hinata con emoción.

—¿El Skytree? —repitió Kenma.

—¡Oh, ¿esa es la Torre de Tokio?! —Hinata dió otro grito de emoción.

—Ah... esa es una torre de comunicaciones normal —señaló Kenma, soportando la risa.

—¿Qué?, ¿no hay torres de comunicaciones en Miyagi? —se burló Kuroo, quien caminaba con el resto en su dirección—. Estoy seguro de que ya escuché eso antes.

Hikari se adelantó entre los demás y se aferró un poco al dobladillo de la camisa de su hermano Daichi, se sentía diminuta entre ellos. Se sentía tímida, perdida, y en algunos de sus pensamientos existió el que se la comerían. Odiaba ser así de vez en cuando.

—Todas las torres de aquí se parecen a la Torre de Tokio para los de campo —contraatacó Daichi.

—Qué grosero —Sugawara regañó—. Además, estamos en Saitama.

—¿Saitama? —repitió Hikari. Juró que estaba pisando Tokio.

Sin embargo, al sentir las miradas sobre ella, el valor con el que había hablado se desvaneció y bajó su rostro, apretando un poco más su agarre en la camisa de Daichi.

—¿Y tú...? —dijo Kuroo, y sonrió levemente al verla tan tímida—. No te había visto la vez anterior.

—Es mi hermana menor, Hikari —comentó Daichi, dándole una pequeña palmadita en la cabeza—. Forma parte del equipo y no vino la vez anterior por... razones personales.

Hikari lo miró con algo de vergüenza y dió un pequeño asentamiento de cabeza en señal de saludo. Se veía demasiado alto en sus ojos, sólo pudo sostenerle la mirada unos segundos. Kuroo rió suavemente.

—Soy Kuroo Tetsurou, estudiante de tercer año, capitán y bloqueador central del Nekoma —se presentó—. Mucho gusto, Hikari-chan.

—Igual...—susurró ella.

Creí Haberte Visto Entre Las EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora