Prefacio

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Atardecer, nubes de lluvia, brisa fresca... soledad. Eso era lo que la rodeaba; le encantaba.

Hikari se encontraba en un parque algo lejano de su secundaria una vez que finalizó sus clases, se saltó el entrenamiento y la última clase del día con una excusa para poder ir a ese lugar, descansar del ruido, relajarse y pensar. Tenía mucho tiempo que no se tomaba un momento para ella sola, su día a día era inundado por un sinfín de quehaceres, los cuales eran escogidos por sí misma, por la razón de evitar eso, pensar. La agitaba tener que recorrer su vida en sus pensamientos, porque entre más fueran más negatividad la llenaba, luego era imposible retroceder. Sin embargo, en esa ocasión, estaba dispuesta a hacerlo diferente. Quería enfrentar ese miedo, quería admirar lo que hacía bueno y lo que no, quería encontrar en su memoria la razón de sus inseguridades, localizar la raíz de sus ansiedades, atar los hilos y llegar a la conclusión correcta, esa que la sacara del constante sentimiento que la golpeaba, algo que le asegurara que no era ella el problema.

Los truenos que avisaban la lluvia retumbaban por todas partes, atrayendo su atención, la brisa fría abrazaba su cuerpo y la hacía estremecer un poco, estaba consciente de que debía regresar antes de terminar empapada, pero su cuerpo no respondía al mandato de levantarse y correr a casa.

Se tiró de espaldas en el césped y esperó pacientemente sentir las gotas sobre su cuerpo. Su mente comenzó a recorrer sus pensamientos, excavó en su memoria hasta el más mínimo detalle, todo lo que pudiese recordar, y prontamente comenzó a sentir una presión indescriptible en su pecho.

Ella era buena. No tenía dudas. Se esforzaba por encajar, ayudar a los demás y mejorar, intentaba no hablar de más y agradar a todos a su alrededor porque amaba ver a la gente sonreír. Trabajaba duro pese a que su cuerpo le gritara detenerse en los entrenamientos para avanzar porque odiaba estancarse. Tenía buenas calificaciones, nunca dió problemas y estaba segura de ser buena hija y un buen ejemplo para sus hermanos menores.

Entonces, ¿por qué pasaba eso?

Parecía que todos a su alrededor la repelían, no encontraba la pieza faltante que le explicara por qué seguía ocurriendo. ¿Era tan diferente?, no lo creía así. Simplemente era otra niña, alguien que ansiaba explorar más de la vida, aprender, progresar, mejorar y sólo vivir. ¿Había un problema con querer seguir siendo niña?, ¿en querer disfrutar de lo que amaba con quienes amaba?, ¿había un problema con sólo ser ella?

Otro trueno la trajo a la realidad y posterior a el, sintió las frías gotas de lluvia caer una tras otra rápidamente sobre su cuerpo. Cerró los ojos, temblando ligeramente ante la sensación helada que la invadía. Se sentó en el césped, miró a su alrededor y no encontró más que la densidad de las gotas cayendo con fuerza sobre el pavimento. No había nadie. Estaba sola.

Siempre estaba sola.

Soltó un pesado y tembloroso suspiro, dejó la mochila recostada contra el árbol y se quedó de pie un momento. Miró al cielo, las gotas de lluvia la obligaron a cerrar los ojos al golpear sus párpados y una sonrisa se extendió por su rostro. Había escuchado antes que desahogarse bajo la lluvia era liberador, y quizás esa era la razón por la cual estaba ahí en ese momento.

Hikari avanzó sus pasos hasta llegar al borde de la laguna, si bien estaba prohibido meterse ahí, tocar el agua no debía ser malo. Metió su mano, y una punzada de miedo repentino la hizo sacarla inmediatamente al pensar en que algo saldría a morderla, pero al esperar unos segundos y no ver más que el golpeteo continúo de las gotas y las ondas creadas por las mismas, volvió a hacerlo.

Miró su reflejo, ahora distorsionado, y el pensamiento de que así se miraba su alma cortó su respiración.

Roto.

Se creía a sí misma dramática, a penas cumpliría los quince años, ¿por qué parecía que el mundo se estaba acabando?, quizás era su propia renuencia a aceptar la realidad, a mirarse a sí misma de forma diferente, a cambiar esa imagen pura que se había creado en los quince años de su vida.

Realmente no era buena.
Realmente no era amable.
Realmente no se esforzaba.
Realmente era un problema.

Esa era la única verdad.

Hikari sintió las lágrimas cálidas bajar por sus mejillas pese a que las gotas frías de la lluvia la habían empapado completa, se sintió de pronto atrapada, ahogada, como si el lugar se estuviese encogiendo a su alrededor. Se tambaleó en el borde, su vista estaba completamente bloqueada y de un momento al otro perdió el equilibrio, gritó, el cuál fue ahogado al caer dentro de la laguna.

Luchó con todas sus fuerzas para volver a la superficie, pero se sentía débil y de pronto mareada. El oxígeno le faltaba. No podía subir. Se ahogaría.

La pérdida de un alma impulsa al nacimiento de una nueva, una sana, alegre, pura y sincera alma nueva.

¿Quién será?

Se preguntó a sí misma, deteniendo sus frenéticos movimientos y sólo dejándose llevar por la corriente.

¿Quién será el alma con la que intercambié?



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Resubido; 29 de junio, 2024.

Resubido; 29 de junio, 2024

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