#4

157 13 27
                                    



Día 3; Campamento de
entrenamiento de Saitama.





Hikari despertó mucho más temprano que de costumbre, había tenido otra pesadilla. De hecho, estuvo segura de no haber dormido más de dos horas. Su mente estaba llena de imágenes aterradoras, escenarios detestables y sus pensamientos se habían reducido al constante: esfuérzate más.

El sol siquiera había salido cuando ella despertó, lo que era raro ya que Hikari podia conciliar el sueño con mucha facilidad. De hecho, era de quienes podía quedarse dormida en cualquier lugar si se distraía. Dió vueltas de forma incómoda en su lugar hasta que por fin decidió levantarse. Tras una ducha rápida y cambiarse fue directamente a los gimnasios, pero aparentemente nadie estaba por ahí aún.

Soltó un suspiro de fastidio exagerado, se abrazó a sí misma debido a la brisa fría que la golpeaba y subió unos cuantos pasos de forma perezosa la colina. Se sentó en algún lugar intermedio y se dedicó a esperar que el sol comenzara a hacer su entrada.

Aunque era de quienes podía dormir fácilmente y luego le costaba despertar, había notado que los últimos días conciliar el sueño no era tan fácil. Todo desde que comenzó a justificarse más a sí misma y que su sentimiento de insuficiencia se incrementara. Pero a pesar de eso, aún dormía demasiado. A veces le preocupaba la cantidad de horas que podía dormir en todo el día.

Era extraño, pero la soledad nunca le había molestado. Era algo que la ayudaba a pensar con más calma y analizarse a sí misma. Disfrutaba de solamente eso: un lugar apartado, fría brisa mañanera, el sonido de su respiración y los grillos y otros animalitos que escuchaba alrededor. Era encantador. Cerró los ojos y se recostó sobre el césped dedicándose a esperar.

Kenma se paseó perezosamente por los principales pasillos que conectaban los gimnasios, algo indeciso. Sabía que no había nadie despierto aún, todo se escuchaba tan silencioso y se veía tan oscuro que era fácil saberlo. Se odiaba a sí mismo por no poder dormir, o hacerlo y despertar temprano. Lo detestaba.

Finalmente se decidió, reanudó sus pasos al gimnasio principal que estaban usando y miró un poco a su alrededor. La silueta acostada sobre su espalda en el césped de la colina capturó su atención y también le dió algo de miedo, pero encontró el valor suficiente para acercarse y averiguar de quién se trataba.

Supo entonces que era una chica. No cualquier, era Hikari. Respiraba de forma tranquila y estuvo casi seguro de que ella dormía. Había pensado un momento en no despertarla, si realmente estaba dormida, pero prefería eso a que lo tacharan de acosador por mirarla en ese estado vulnerable.

—¿Hikari...? —murmuró, dándole un pequeño toque en el hombro.

Ella no respondió en el momento. Su respiración seguía siendo suave y tranquila; realmente estaba dormida. Kenma se mordió el labio inferior, sin saber que hacer. Podía intentarlo unas veces más hasta conseguir que se despertara, pero luego no quería lidiar con una niña enojada por haber sido interrumpida.

Se tomó un segundo para detallarla. Su mirada recorrió de su rostro, a su cabello oscuro extendido en el césped, al subir y bajar de su pecho, sus manos sobre su estómago... sintió como su rostro ardía. Ella era realmente linda.

Apartó la mirada, avergonzado por mirarla. Se cubrió el rostro un momento e intentó tranquilizarse, estaba realmente nervioso, pero sabía que no estaba haciendo nada malo. No tenía pensamientos sucios ni tampoco esa necesidad de tocarla. Simplemente admiraba lo bonita que era. Nunca había visto una chica tan bonita en lo que llevaba de vida fuera de su madre.

Creí Haberte Visto Entre Las EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora