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En ese instante solo... sucedió.

Les juró que en la mañana estaba muy tranquilo, hablamos, comimos juntos... No entiendo lo que sucedió.

Había terminado de bañarme y me estada poniendo la ropa con la que vine cuando escuche muchos gritos y bulla en el pasillo cercano a los vestidores. No le di importancia y seguí en lo mío, no es raro ver a los chicos o chicas pelear en el patio o en los pasillos.

Por alguna razón, es inherente el comportamiento agresivo en las zonas más pobres de Leipzing. Suspiré y no pensé nada más al respecto.

Salí con mi bolso en el hombro, pasé al lado del disturbio y de reojo miré quienes peleaban esta vez.

Era Tom, golpeando a alguien que se supone que era su amigo. Detuve mi caminar y volví a mirar para asegurarme de no haber visto mal.

Pero no fue así.

Como se llamaba ese chico... ¿France? ¿Frans?... ah sí, se llamaba Frank. Es un chico que pertenece a la pandilla de Tom, en teoría.

De vez en cuando lo veía en la sala bebiendo y jugando, siempre lo veía pegado a Andreas y creí que eran buenos amigos.

Pero ahora el punto es que no me sorprende es que se este peleando, sino más bien con quien.

Estoy atónito, inmóvil como estatua, observando la escena. Frank esta tirando como trapo en suelo del pasillo, sobre él, esta Tom. Golpeando con ambos puños sin descanso y sin compasión, solo con odio. La mirada que posaba sobre Frank... era oscura, llena de odio o enojo.

Me había quedado de pie en un lugar que me daba un ángulo de visión perfecta del incidente. En medio del pasillo, por sobre todas las expresiones de miedo y desconcierto de los alumnos se escuchaban los gritos desgarradores de Frank, mismos gritos que poco a poco se iban desvaneciendo.

Hasta volverse pequeños quejidos ahogados por la sangre que brotaba en su boca.

Las miradas ajenas se volvieron una especie de sombras que danzaban alrededor de ellos, encapsulándolos y dejando al resto como meros espectadores.

La porcelana de color crema, manchada con la sangre de Frank, era iluminada pobremente por la luz natural que entraba por las ventanas del pasillo. Si cerrabas los ojos y ponías atención a los sonidos del ambiente, los golpes que chocaban en la victima se parecían a los sonidos que hacen los carniceros cuando golpeas la carne con esos martillos picudos hechos de hierro.

Y el bullicio del alumnado parecía ser el bullicio común de un negocio.

Si lo miras de otra forma, podrías decir que estabas haciendo cola para comprar carne en la mejor carnicería de Leipzing. No evite el estremecimiento de comparar ambas escenas.

Cualquiera diría que Tom va a matarlo, pero no es así.

De todo el lugar los únicos que sabíamos con certeza de que jamás mataría a alguien, somos yo y él.

En primera instancia no me llego nada a la mente. Después procesé los detalles, enfocando mi vista en los detalles. La figura de Tom no me había vuelto a parecer tan monstruosa como en este instante y para tan brutal golpiza no se veía tan enojado.

Entonces Tom se levanto y se limpió las manos en su polera, miro a todos a su alrededor y dijo lo siguiente:

-Esta es una advertencia... – Se limpió la pequeña línea de sangre que bajaba por su nariz. – Y no hace falta decir nombres para saber a quienes va dirigido .

Dirigí mi mirada a quienes Tom miraba con tanto repudio. Mis ojos se abrieron de sorpresa al ver que se trataba de sus "amigos". Todos ellos, en una esquina mirando como el pobre Frank había sido vencido por la bestia Tom, no es necesario decir que estaban cagados del miedo.

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