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Tenía una bandeja con jugo de naranja, una hamburguesa llena de grasa junto con unas pastillas para la migraña. Internet dice que el jugo de naranja y las grasa ayuda, yo le creo al señor internet.

Toqué un par de veces la puerta y pase al cuarto de Tom. No abrí las cortinas ni nada por estilo, sabía que se sentía terrible. No quería despertarlo, pero ya tenía que irme y también le quería decir algo importante.

-Tom – Susurré, ligeramente movía su hombro para que se despertara. – Tom.

Sus ojos comenzaron abrirse con pereza y con la mirada adormilada trataba de enfocarse en mi.

-¿Qué quieres? – Preguntó con irritación.

-Te traje esto. – Puse la bandeja en la mesa de noche. – Iré al cole y... bueno... - Rascaba mis manos con nervios.

La vibración de mi celular en mi bolsillo no ayudaba, debe ser Gustav.

– Solo dilo.

-¿Puedo ir a la casas de Gustav después de clases?

-¿A qué hora regresas? – Respire con más tranquilidad.

-Uhm... serán dos horas como máximo, estaré aquí antes de la cena.

No dijo nada más y no tenía razón para, desde que me pregunto a que hora regresaba ya me había dado permiso para ir, de otro modo me hubiera dicho directamente "No".

Mientras salía de la casa saqué mi celular de mi bolsillo y revise los mensajes que me habían llegado.

Efectivamente era Gus.

"Bibi"

"BILL"

"Respondemeee"

"Que te dijo"

"Si iré, ntp"

Envié el mensaje y comencé mi caminata usual. Mi parte favorita (y única) de ir es arreglarme, me emociona elegir la ropa que usaré, maquillarme y elegir la joyería. AMO la joyería, todos los días me pongo pulseras, collares y anillos para estilizar lo que uso.

Siento que le dan un aire más... ¿Punk? ¿Rockero? ¿Emo? No lo sé, pero adoraba como se veían. Es obvio que la mayoría son falsas y las que son reales probablemente provienen de algún muerto de por ahí. Sí ¿Y?, las limpio muy bien antes de usarlas al igual con toda la ropa del mercado de pulgas.

Hoy me sentía de buen humor, tengo la sensación de que será un buen día.

Acercándome más y más a la puerta de entrada miré a todos los amiguitos de Tom, más Andreas. En automático me desvíe de la puerta principal, ni me fije si Georg estaba con ellos.

Gritos internos. Dolor. Sufrimiento. Desesperación.

Sabía que no me habían notado por lo que me escabullí para entrar por otra puerta y así poder evitarlos el mayor tiempo posible. Andaba por el pasillo con toda cautela, celebre cuando entre al salón sin haberme encontrado con alguno de ellos.

Encontrarme con ellos es, además de problemático, incomodo. No son nada mío, no sé nada de ellos y mucho menos sé los nombres de ellos o bueno exceptuando a Andreas, que me aprendí su nombre en contra de mi voluntad. Personalmente, no estoy interesado en conocerlos, no hay nada más allá de algunos detalles que, con el tiempo me di cuenta que son irrelevantes, llamé mi atención.

Todo el día estuve esquivándolos como de costumbre. Ojalá tener la certeza de que siempre pasaran de mi y harán como si no existiera como algunos de aquí hacen.

La primera parte del día me fue bien, tal y como quería que fuera, en el almuerzo me fui al gimnasio a comer. De casualidad Georg también vino y nos hicimos compañía hasta que la campana sonara.

Do U Love Me?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora