Capítulo 8

286 17 0
                                    


Sábado 6 de abril, 20:15 pm.


Hace un rato llegué a casa de mis padres. Mi madre estaba cocinando un pastel de papa y carne. Olivia estaba haciendo la tarea con ayuda de papá y yo... Bueno, yo estoy con la ansiedad por las nubes. Collins aún no ha llegado.

No sé qué debo esperar de esta cena, no sé que debo decir o preguntar, ¿cómo se supone que tengo que actuar? No puedo actuar normal, no sé ni qué está pasando entre nosotros. No nos hemos besado, pero me ha quitado las bragas, hemos salido una vez, pero no responde mis preguntas, ¿por qué se fue tan rápido anoche? Tengo muchas dudas y preguntas, pero sospecho que esta noche tampoco me responderá ninguna.

—Hija —mi madre me tocó el hombro devolviéndome a la realidad.

—¿Qué? —pregunté apoyada en la mesada.

—¿Te he preguntado si sabes a qué hora llegará Vincent?

—No me ha dicho nada.

Mamá estaba poniendo el queso sobre la carne.

—¿Por qué le has invitado, mamá?

Eso es, no perdamos el tiempo.

—Porque hace muchos años que trabaja con nosotros y es un buen muchacho... ¿No crees? —me echó una ojeada.

—No lo sé, no lo conozco tanto como tú. Yo solo lo veo cuando voy a verlos a la papelera.

Mentirosa.

Bueno... Al club también... Pero no creo que a Collins le guste que mi madre se entere de eso.

—Pues ahora tendrás la oportunidad de conocerle —sonrió angelicalmente.

Puse los ojos en blanco.

—Ve a ver a tu hermana, anda. Qué te ha echado de menos.

Salí de mi cocina hasta la sala donde Olivia estaba en el suelo con sus libros en la mesa ratona, y mi padre desde el sofá le corregía si algo estaba mal.

—¿Cómo van esas tareas? —me senté a su lado en el suelo.

—Papi me está ayudando.

—Lo estás haciendo muy bien, Oli —le animó mi padre poniéndose de pie—. Iré a ayudar a su madre, portense bien.

—Jamás nos hemos portado mal —bromeé—. A qué somos unas niñas buenas, ¿verdad Oli?

—Síí —asintió—. Nos portamos muy bien.

Papá rió con ironía perdiéndose en la cocina.

—¿Me has extrañado, enana? —volví hacia ella.

—Sí, mucho —se abalanzó en busca de un abrazo.

Se lo devolví inmediatamente.

—¿Qué te parece si el jueves vamos al cine?

—¡Síííí! ¡Quiero ver Mario! —chilló con entusiasmo volviendo a su lugar.

—¡Mario será! —acaricié su cabello.

Estaba contenta aunque se le notaba un poco triste.

—¿Sucede algo?

Tomó el lápiz y se puso a escribir, ignorándome.

—Oli, ¿pasa algo? —insistí aunque no decía nada.

»Sabes que puedes hablar conmigo de todo, ¿verdad? —puse mi mano en su pequeño hombro—. ¿No quieres contarme?

El chico del clubDonde viven las historias. Descúbrelo ahora