- Ecos del pasado.
Ellie Williams siempre había sido buena para encontrar problemas. Parecía seguirla como un perro leal, acechando en las sombras y atacando cuando menos se lo esperaba. En los años transcurridos desde que dejó Jackson, había aprendido a navegar en este nuevo mundo, soportada por la pérdida e impulsada por una feroz determinación de forjar un futuro en medio de las ruinas del viejo.
El antiguo parque de diversiones era un testimonio de una era olvidada, sus colores alguna vez vibrantes se desvanecieron hasta convertirse en pasteles polvorientos bajo un sol implacable. Ellie había oído rumores de suministros intactos escondidos en lo profundo de sus destartaladas atracciones. Sin Joel, la búsqueda de basura se había convertido en su manera de sobrevivir, su forma de mantener viva su memoria.
.A medida que se aventuraba más en el parque, los recuerdos la acosaban como fantasmas. Casi podía oír la voz ronca de Joel, ver su gesto tranquilizador mientras enfrentaban el peligro juntos. Pero ahora el silencio era ensordecedor, roto sólo por el crujido del metal oxidado y los gemidos distantes de los infectados.
En una sala de juegos abandonada, Ellie encontró lo que estaba buscando: un alijo de suministros médicos escondido detrás de una máquina de skee-ball rota. El alivio la inundó mientras guardaba el precioso botón en su mochila. Casi podía imaginarse la sonrisa de Dina en el campamento cuando regresó con la noticia de su hallazgo.
Pero el destino tenía otros planes. Mientras Ellie regresaba al parque, un sonido rompió el silencio: un gruñido grave, seguido del arrastrarse de pies. Infectado. Había estado descuidada, demasiado atrapada en los recuerdos para darse cuenta del peligro que se avecinaba. Con el corazón acelerado, Ellie corrió hacia la salida, el peso de su mochila la frenó. Los infectados ganaban el terreno y sus formas grotescas se movían a una velocidad antinatural. El pánico amenazó con abrumarla, pero lo reprimió y se concentró en el distante destello de la luz del sol a través de los árboles.
Justo cuando llegaba a la entrada del parque, una mano salió disparada de las sombras y agarró su brazo con sorprendente fuerza. Ellie se dio la vuelta, lista para pelear, pero se detuvo en seco cuando vio quién era: una niña, no mayor que cuando el mundo se vino abajo. Con los ojos muy abiertos y temblorosa, la niña extendió una mano. .-Por favor-. susurró, mientras las lágrimas corrían por su rostro manchado de tierra. -.Ayúdame.-
Por un momento, Ellie vaciló. Podría dejar atrás a la chica y salvarse de la horda creciente. Pero entonces volvió a ver el rostro de Joel y sintió que su presencia la instaba a hacer lo correcto. Con un gesto decidido, Ellie agarró la mano de la niña y juntas huyeron hacia la seguridad de los árboles. Detrás de ellos, los infectados aullaban de frustración y sus presas se escapaban. Mientras corrían, Ellie no pudo evitar sonreír: un eco agridulce del pasado, un recordatorio de que en este mundo roto todavía había momentos por los que valía la pena luchar.