09 | uniendo fuerzas con un demonio

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Pero ese lirio no es la única solución, ¿o sí? ¿Por qué escribiste que necesitarías de un tipo de sangre demoníaca diferente?

Muzan dirigió su mirada a sus propias notas descubiertas donde había escrito la verdadera naturaleza de su trabajo.

Se apartó de Hannae y regresó a guardar el resto de hojas sobre las mesas y alejarlas de los ojos curiosos de quien era como una espina clavada en su costado.

Su tono amable duró muy poco.

—Porque tus historias fantasiosas sobre demonios me han llenado la cabeza de ideas absurdas —mintió—. De cualquier manera, ¿acaso nunca dejas de entrometerte en los asuntos de otros?

—No si me involucran a mí y los demonios. Siempre has sido escéptico a muchas cosas, en especial ese tipo de leyendas, dudo mucho que te hayas dejado influenciar por mis creencias fantasiosas o siquiera que me hayas escuchado cuando hablaba de ellas.

Muzan resopló molesto porque en gran parte ella no se equivocaba, y porque se había vuelto más difícil engañarla.

—Sí, en eso tienes razón. Pero lo que yo haga no te concierne.

—Bien. No me importa si son ideas incrédulas o meras supersticiones, lo que trato de decir es que quiero ayudar de cualquier manera. Si en verdad existe otra alternativa de la que hablas para obtener la inmunidad al sol, quisiera ayudarte a obtenerla. Déjame hacer algo útil por ti —insistió.

Lo considera, de verdad lo hace.

Y permitirle que lo ayude, ¿adónde lo llevaría? Se arriesga a que ella descubra lo que él es, le surgirán preguntas que él respondería con gusto y así se quitaría un peso innecesario de los hombros. Los engaños habrán terminado... a cambio de un rencor y odio dirigidos únicamente a Muzan porque ella saltaría a la conclusión que él es el culpable de la muerte de su familia y el resto de muertes de cualquiera al que conocía.

No sería la primera ni la última persona en odiarlo por lo que él es y lo que hace, sin embargo su desprecio no es lo que desea de ella.

—No.

—¿Qué? ¿Por qué no? He leído algo de medicina y botánica, yo podría-

—Explícame una cosa —la interrumpió y se cruzó de brazos una vez que guardó bajo llave sus notas—. Hace poco te habías dado por vencida y ya sólo esperabas la muerte. Ahora quieres seguir buscando una cura, ¿qué ha cambiado?

Su pregunta la tomó desprevenida. Tuvo un conflicto desde que despertó y supo que no vivía en un sueño. Desde la noticia que Muzan le contó, pasó por su mente la idea de reunirse con su familia.
Estuvo tentada a hacerlo. No veía una razón para permanecer aquí, ¿qué le quedaba?

Lo hubiera cumplido de no ser por la vigilia incesante de la subordinada de Muzan que hizo imposible volver a intentarlo. Quiso salir con el sol en lo alto, y ella se lo impidió hasta que la noche llegó.
Luego se arrepintió por siquiera pensar en hacerlo, porque se equivocaba, sí había una razón para seguir con vida.

—Que sería un desperdicio morir ahora —su voz salió lenta y baja—. Mi hermano, mis padres, mi hogar... Todo cuánto me importaba me fue arrebatado en una noche. Se suponía que sería la primera en partir, tal idea era un consuelo para mí. ¿Lo imaginas? No más cargas para ellos y no más agonía para mí. Así tenía que ser. Sin embargo sigo aquí sin saber todavía si considerarlo suerte o castigo. Lo que sea, no dejaré de aferrarme a ésta vida. Ellos así lo hubieran querido.

Esa fue su luz, su motivo suficiente que no tardó en comprender. Una chispa de fuego ardiente que creía extinta regresó a su espíritu, jamás tuvo mayor anhelo de vivir.
Vivir por ellos, por su familia.

Aunque sus palabras no fueron suficientes para convencerlo.

—Ahora tú y yo tenemos el mismo objetivo. Si voy a vivir, será tocando la luz del sol al fin —agregó más alegre—. Por eso quiero ayudarte, y porque dos cabezas piensan mejor que una.

—Lo dudo. Yo pienso por dos y muchas más. Conmigo siempre ha sido suficiente.

—Por favor, ¿qué otra mejor excusa tienes para rechazar mi ayuda?

—Tus conocimientos no alcanzan los míos. No sabrías mezclar qué cosa con qué y no pienso perder tiempo explicándote.

—Aprendo rápido.

—Incluso si fuera así, no te acostumbrarías a mi ritmo de trabajo.

—Ponme a prueba.

—No lo haré.

—¿Y si te permito examinar mi sangre? —Ahora Muzan sí estaba escuchando—. Crees que tengo algo del Lirio, pues bien aclara tus dudas de una buena vez. Ah, siempre que me dejes trabajar contigo.

—Qué descarada, Hannae. No podrías negarte a darme una muestra de tu sangre cuando yo te he dado tantas cosas.

—Cosas que nunca pedí —aclaró—. ¿Y creí que Kibutsuji Muzan sólo pedía a cambio mi simple estadía con él?

¿Desde cuándo permitió que esa mujer usara sus propias palabras en su contra?
Acaba de descubrirlo, lo aprendió de él.

* * *

Por supuesto que tuvo que ocultar la sonrisa victoriosa cuando él aceptó trabajar con ella a regañadientes.

Él no estaba nada cómodo con éste acuerdo y se lo estaba por demostrar cuando le dijo que empezarían a trabajar desde esta noche y que a la más mínima interrupción o queja Hannae no tendría derecho a reclamar porqué la consideraría inservible.

Siendo así, Muzan se quitó su saco y dobló las mangas de su camisa hasta sus codos.

Y sentados lado a lado se pusieron en marcha.

𝐓𝐑𝐈𝐁𝐔𝐋𝐀𝐓𝐈𝐎𝐍𝐒 || M.K.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora