4. La perfección en su cuerpo
PARTE I
El demonio escuchó un sonido peculiar que provenía de un biwa. De un momento a otro, estaba a lo lejos en el bosque observando a la mujer alejarse de su líder y al siguiente, antes de darse cuenta, ya estaba frente a Muzan Kibutsuji.No hacía falta mucha observación para reconocerlo, sus ojos y presencia lo volvían amenazante a cualquiera. Postrado ante él, bajó la cabeza temeroso.
—¡Mi Señor...!
—¿Te parece entretenido escuchar conversaciones ajenas? —su voz ronca e intimidante le hizo sangrar sus oídos.
"¿Cómo lo descubrió?", pensó el inferior.
—No hay nada que suceda entre los míos que yo no sepa. ¿No deberías estar buscando lo que solicité? —regañó.
—¡Lo lamento! ¡Lo lamento tanto! ¡Juro que no volverá a suceder!
¡Le ruego que me perdone!«Sólo tenía curiosidad por saber por qué dejó viva a esa mujer».
Su pensamiento lo escuchó y lo enfureció más. Nunca saben callarse incluso cuando no están hablando. Con rudeza y una increíble velocidad, Muzan lo sujetó del cuello, ahorcándolo con una mano.
—Porque eso será una tarea para ti —respondió a su insignificante duda, que lo dejó más confundido—. Quiero que la asesines. No dejes rastro alguno de ella, y si lo logras hacer sin ningún error, consideraré darte más de mi sangre —lo soltó sin cuidado—. ¿Puedes hacer algo así de simple?
Se arrodilló de nuevo sin importarle el dolor que le inflige en todo su cuerpo.
—Sí... Sus deseos son órdenes.
Pasó a su lado, el demonio inferior pudo sentir la ira de su líder corriendo a través de sus venas, incluso cuando mantuvo su rostro inexpresivo. Era nuevo en esto, le intrigaba por qué él dejaba con vida a esa mujer, no conocía sus razones y ahora que él lo descubrió, ya no quería saber nada.
—Otra cosa más —se detuvo, pero sin molestarse a voltear a verlo—. Tiene un prometido, cuando descubras quién es, asegúrate que no vuelva a ver la luz del día.
Por el momento, no quería verle la cara a Hannae, ya tampoco le servía, eso no le impedía que ordenara que alguien más se deshiciera de ella para que Muzan no tuviera que ensuciarse las manos.
Nakime lo transportó al castillo infinito; de los innumerables cuartos que había, uno de ellos lo ocupaba siempre su líder. No había nada más que libreros, la mesa repleta de cuadernos y más notas sobre su búsqueda de aquella significativa flor, y en un rincón había un sofá como del color de la obsidiana.
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𝐓𝐑𝐈𝐁𝐔𝐋𝐀𝐓𝐈𝐎𝐍𝐒 || M.K.
Fiksi PenggemarMuzan descubre alguien similar a él que es incapaz de caminar bajo el sol, pero sin ser un demonio; atada a la misma maldición en un cuerpo enfermo que él tuvo en vida humana una vez, y curiosamente, ella es idéntica a una mujer que conoció hace tan...