02 | sombras

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De donde somos, no hay sol
Nuestras ciudades natales están en la oscuridad”

“De donde somos, no hay solNuestras ciudades natales están en la oscuridad”

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Japón; 1910.

—Llegas tarde —reprendió.

—Lo sé. Lamento hacerte esperar. Mis padres todavía estaban despiertos, escabullirme de ellos no es fácil.

—Hola, Kuzo —le habló al gato en los brazos de su dueña, el felino le respondió con un gruñido—. Las noches son frescas y tú te resfrías con facilidad, ¿por qué siempre olvidas abrigarte bien? —Regañó a Hannae.

—Perdona, “padre”. Hola a ti también, ¿cómo has estado? Me alegra verte de nuevo, ¿te hiciste algo en el cabello? Hoy te ves más apuesto —bromea. Siempre está ahí la imprudencia de poner en riesgo su salud.

Muzan se quitó su abrigo y se lo colocó a la mujer para cubrir su espalda, ella le dijo que no era necesario pero él insistió. No quedó más que agradecerle. Era increíble que él tuviera una gran resistencia al frío, no parecía ser de este mundo.

Emprendieron el mismo recorrido a paso lento hacia el bosque.

—Hablo en serio, debes cuidarte.

—¿Oíste eso, Kuzo? Al parecer sí le importo un poco al Señor de la oscuridad.

Era un sobrenombre que le puso porque no había día alguno que no usara ropa oscura y elegante, haciéndolo ver como un hombre superior. Un “Dios” entre mortales.

—Detente con ese ridículo apodo si quieres seguir viendo con vida a esa salvaje bola de pelos.

Ella hizo un gesto con los dedos pretendiendo cerrar sus labios y arrojar la llave invisible lejos para no volver a usar ese apodo, mientras que Kuzo pareció haberlo entendido también y le respondió con un gruñido intentando atrapar las prendas de Muzan con sus afiladas garras de gato. A él le produjo disgusto y se alejó más de Kuzo y su dueña, cosa que le provocó risa a Hannae.

Una risa tan simple que fue como una tenue melodía para sus oídos. Agradecía que nadie pudiera leer sus pensamientos, porque pensó que ella lucía más preciosa en la noche. Bueno, tampoco es como si la viera durante el día pero apostaba su fortuna a que lo hacía. Sonrió en su interior ante la imagen mental de ella bajo el brillo del sol, aunque estaba lejos de ser realidad por la enfermedad que tenía.

Para ambos, ser tocados por la luz del sol era un anhelo, la diferencia era que uno era demonio y se volvió sensible desde que se convirtió en uno, la otra era que ella era humana y desde que nació ya venía con la maldición de un demonio.
Kibutsuji había estado buscando una cura a esta enfermedad, ella también lo había estado haciendo por cuenta propia sin éxito.

Tenían algo en común, una desgracia de la que Muzan se compadecía de Hannae. De nada servía convertirla en demonio si ya estaba condenada a no tocar la luz del sol como humana.

𝐓𝐑𝐈𝐁𝐔𝐋𝐀𝐓𝐈𝐎𝐍𝐒 || M.K.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora