El sueño era recurrente, siempre comenzaba del mismo modo, con el viéndose frente a aquel espejo, contemplando su propia imagen. Un soldado que había cambiado su ropa táctica y armas por un esmoquin negro, dejando de lado su mascara. Hoy era el gran día para Simón Riley, no para Ghost.
Todo estaba preparado para el gran día, lo único que tenia que hacer era salir por la puerta de su habitación en aquel hotel, subirse a su vehículo y trasladarse hasta esa hermosa iglesia que previamente habían elegido ambos. Cruzar ese par de inmensas puertas y dar unos cuantos pasos sobre aquella alfombra en color rojo de terciopelo que lo guiaría hasta el altar, lugar en donde esperaría pacientemente a que salieras por una de las puertas lateras de la iglesia, después de haberte hecho algunos retoques quizás. Caminarías por el mismo pasillo central que el, luciendo aquel vestido blanco que te haría verte como el ángel que eras a sus ojos, ambos se mirarían y sonreirían, felices de poder concretar no solo su relación, sino también su amor. Empezarían una nueva vida e incluso su propia familia.
De pronto, retirarse del servicio militar no sonaba tan mal.
Pero la verdad es que nada de eso iba a pasar, porque Ghost nunca salió de aquella habitación, nunca condujo hasta la iglesia y no fue testigo de tu deslumbrante belleza con aquel vestido que elegiste con tanta emoción.
Cada noche su sueño empezaba igual y terminaba con la visita de Soap a su habitación, reclamándole el haber faltado a su promesa contigo. De tantos momentos que hubo para dar por terminada su relación, había escogido precisamente el mas importante.
No solo te rompió el corazón, también había sido una humillación, una traición a su palabra, al juramento que nunca podría hacerte.
Ni siquiera se tomo la molestia de buscarte después de aquello, simplemente fue un cobarde y asumió que debías odiarlo después de aquello. ¿Y como culparte? Te había prometido el mundo...y en su lugar destruyo tu mas grande ilusión, una boda tradicional y la oportunidad de vestir aquella prenda color blanco tan importante para muchas mujeres.
Vaya pedazo de ser humano había sido.
Las noches siguientes solo pudo imaginar tu rostro lleno de decepción, ¿Cuánto habrás llorado por su culpa? Seguramente destruiste aquel vestido, solo te traería malos recuerdos.
El en cambio, aun conservaba sus anillos. Masoquista de su parte, tal vez, pero era lo único que quedaba de ti. El contacto se había perdido por completo, la tierra te había tragado.
Era increíble, la noche anterior habían estado hablando por medio una llamada telefónica, tu no dejabas de contarle lo emocionada y nerviosa que estabas por el gran día, deseabas tanto que el te viera lucir tu bonito vestido, incluso habías practicado aquella frase de "Si, acepto" como si fuera parte de algún guion importante para una película. Simplemente, no cabias de la felicidad.
Haberte arrancado así las alas... no había día que no se reprochara aquello. Deseaba poder regresar el tiempo, presentarse en la iglesia y haberse casado contigo.
Ahora, su día a día estaba siendo una lenta y dolorosa tortura. Porque a pesar de que le habías dicho que no había ningún rencor hacia el y le dabas el mismo trato que a cualquier otro compañero de trabajo, él podía sentir como había una enorme brecha entra ambos. Antes era parte de tu vida y ahora solo un simple testigo.
Te podía ver por los pasillos de la base, interactuando con prácticamente cualquier persona, te llevabas bien con todos en general. A veces se encontraba a si mismo observándote a la distancia mientras estabas distraída hablando con Soap, riendo por alguna broma de ese escoces o simplemente jugando con los cadetes. Hasta la misma Emma había encontrado divertido el convivir contigo.
ESTÁS LEYENDO
Todo se trata de decisiones
RomansaFinalmente había llegado el día tan esperado, su boda. Las personas mas importantes para ambos ya estaban reunidos en la iglesia, esperando pacientemente la llegada los novios. Pero cuando al lugar solo te presentaste tu, todos sabían que algo no e...