Salir con alguien a quien no le importas es duro. Bueno, pues Eiza lo sabe mejor que nadie. Atsuno Tokoyoda, su novio desde hace años, es un chico coqueto, amable, guapo y deportista.
Eiza, ciega de amor, ignora los comportamientos de su novio, con...
Me encontraba en la cocina desayunando, había pasado casi una semana desde que quedé con Kenma y el recuerdo me seguía haciendo sonreír. Mi padre, como siempre, repasaba algunas notas del trabajo mientras tomaba su taza de café.
—¿Tienes algún plan para hoy, Eiza? —preguntó sin levantar la vista de sus notas.
—No lo sé, probablemente —respondí, mientras revolvía mi bol de cereales.
—Luego me dices, yo voy a salir, así que no me esperes despierta.
Asentí, terminando mi desayuno rápidamente. Me despedí de mi padre y salí de casa, rumbo al instituto, tratando de no pensar mucho en los exámenes. Al llegar al edificio me fui directa a clase.
—Oye, Haruka, ¿sabes que le pasa a Emiko? —pregunté mientras sacaba los libros al notar la ausencia de mi amiga.
—Está enferma —contestó Haruka, mirando por la ventana, distraída.
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Llegó el recreo, para ser otoño el sol brillaba intensamente, y buscábamos un lugar con sombra donde sentarnos. Nos fuimos para un banco bajo la sombra de un árbol.
—¿Tienes algún plan para esta tarde? —pregunté, dándole un bocado a mi almuerzo.
—Voy a ir a cuidar a Emiko —respondió Haruka, removiendo su comida.
—Parece que te importa mucho, qué bonito —respondí, sonriendo.
Haruka se quedó en silencio por un momento.
—Sí, supongo que sí —murmuró, cerrando su taper, prácticamente lleno.
Decidí seguir hablando del tema, notando el desanimo de Haruka.
—Emiko tiene suerte de tener una amiga como tú —comenté.
—No sé, no puedo evitar preocuparme por ella todo el rato —murmuró Haruka, mirando sus manos.
—Yo también me preocupo por ella, y por ti. Sois mis amigas —dije, parando de comer.
—No es solo eso, Eiza —hizo una pausa, suspirando—. Siento que me importa más de lo que debería.
—Pero, ¿te importa más como amiga o...? —dejé la pregunta en el aire, esperando su respuesta.
Haruka suspiró, evidentemente incómoda. No paraba de menear su pie.
—No lo sé.
Asentí, comprendiendo al fin lo que Haruka sentía. Esto explicaba su comportamiento distraído que llevaba teniendo durante semanas.
—¿Y tú? ¿Tienes algún plan? —preguntó Haruka, cambiando el tema.
—No lo sé. A lo mejor le digo a Kenma de quedar, él me lo preguntó la última vez —respondí, jugando con mi comida.