4• La pintura

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" Si los echos dicen más que las palabras, entonces te relataré mil poemas"
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El sol salía generosamente detrás de las lejanas montañas reflejando sus calidos, largos e imponentes rayos de luz através de las praderas verdes donde los cultivos le recibían gustosamente con algunas gotas de rocío entre sus hojas. Los finos rayos de luz destellaron con intensidad llegando a tocar aquellos grandes espejos y cristales de los edificios que conformaban aquella gran cuidad donde el movimiento de sus habitantes ya era perceptible.

Para ser las 6:08 AM ya podía sentirse el cálido calor que el sol brindaba dejando en segundo plano la brisa fría de la madrugada. La mayoría de las personas en aquella cuidad ya se encontraban de pie para iniciar sus deberes diarios, muchos iban a sus trabajos, otros preparaban a sus hijos para la escuela y más de alguno se quedaba en su cama sin enterarse del ajetreo de afuera.

Dentro de una de las muchas residencias de esa cuidad conocida como "MoonRiver", en una de las 20 casas que conformaban la colonia un joven preparaba sus pertenencias para empezar un nuevo día laboral. Hace una hora se había levantado para tomar una ducha de agua tibia que le hizo despertar en seguida relajando sus músculos, se vistió como normalmente lo hacía, se dirigió a la cocina para prepararse un café y de paso su almuerzo para el trabajo que consistía simplemente de un sándwich con jalea o jamón y su termo con café o en últimos casos licuado de frutas.

Simplemente la acción de preparar su desayuno y almuerzo era la primera razón para que su pecho se oprimiera con dolor de buena mañana; porque antes Jin solia hacer eso. El mayor se encargaba de prepararle sus alimentos cada mañana antes de ir, en ese entonces, a la universidad ya que sus clases eran de todo el día llegando temprano y saliendo tarde por el nivel de estudio que cursaba. Desde que abandonaba su casa con ese pensamiento en la cabeza sus días se volvían tristes porque en ese pequeño lapso de tiempo caía en cuenta de que no estaba en ningún sueño y que todo era realidad, su más dolorosa y tormentosa realidad.

Pero era claro que desde la llegada de su pequeño albino esa rutina había cambiado, porque en vez de sentarse solo en la silla de la encimera a recordar cómo era todo antes mientras se tomaba el café ahora lo tomaba pero mientras miraba como el gatito bebía lenta y gustosamente la leche tibia que le servía como aperitivo. Si, JinJi había cambiado esas mañanas tristes por un inicio del día con leche tibia y su lata de atún con pescado.

Últimamente le servía leche en las mañanas ya que era algo ligero. No iba a mentir que el primer día que lo dejo solito su horario laboral le resultó más asfixiante que de costumbre, puesto que su cerebro le mostraba posibles escenarios donde el felino estaba en peligro regalándole así un día donde la desesperación de volver a su casa lo consumía más de lo normal. Por suerte ya había pasado una semana desde la llegada de su amiguito y tres días desde que lo dejaba en casa; eso sí, se aseguraba se cerrar bien la ventana para que no llegará a salir y que corriera peligro de perderse por no conocer el vecindario o de ser atropellado por uno de los autos de algún vecino.

— Bueno, pequeño...— hablo recogiendo la taza sucia donde había tomado café y el platito del minino que ya no contaba con leche poniéndolos en fregadero para lavarlos más tarde — Debo ir a trabajar y tú cuidarás la guarida, ¿Si?— el pequeño parpadeó lentamente como si le respondiera.

Miau— maullo cuando vio como Nam se colgaba su acostumbrada mochila en el hombro y se ponía la gorra con el logotipo del supermercado donde laboraba listo para irse.

¿Reencarnación? <Namjin>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora