Entre Verdades y Silencios

2 0 0
                                    

28 de abril de 2024

Pov Danny:

—Está bien —finalmente digo, y siento que el aire vuelve a fluir en mis pulmones—. Hablemos. Hoy es el día.

Atenea me observa, sus ojos llenos de una mezcla de expectación y ansiedad. No sé por dónde empezar. Me siento como si estuviera a punto de caer al vacío, pero la verdad es que ya estoy en el borde.

—¿Por qué has estado evitándome? —pregunta, su voz apenas un susurro, pero cada palabra resuena como un eco en mi mente.

—No es que te evite —respondo, aunque sé que suena como una excusa barata. Siento que tengo que ser sincero, pero las palabras se me escapan.

—Danny, no puedo seguir con esto —dice, y puedo ver la frustración dibujándose en su rostro—. No quiero más mentiras.

Mis amigos nos observan desde la distancia, y el murmullo de sus risas parece tan lejano en este momento. Atenea se ha convertido en el centro de mi mundo, y todo lo que está a su alrededor se desvanece.

—Lo sé —respondo, y la sinceridad me golpea como un rayo—. Lo sé, y estoy cansado de inventar excusas. La verdad es que no sé cómo decirte lo que realmente siento.

Ella me mira, y en su mirada veo la vulnerabilidad que también siento. La presión entre nosotros se intensifica.

—Entonces, ¿qué sientes? —pregunta, y su voz tiembla ligeramente.

La pregunta me estremece. ¿Qué siento? Es difícil de poner en palabras. He tratado de ser su amigo, de ser el chico divertido y despreocupado, pero hay algo más que siempre ha estado ahí, y ahora parece que no puedo ignorarlo.

—Me importas, Atenea. Más de lo que he admitido —confieso, y de repente, la verdad fluye como un torrente. Es liberador y aterrador al mismo tiempo. —Siempre he sentido que hay algo especial entre nosotros, pero no quería arruinar nuestra amistad. No quería perderte.

La sorpresa en su rostro es evidente. Durante un instante, la conversación se detiene, y todo lo que escucho es el latido de mi corazón. Ella se queda en silencio, y eso me hace dudar.

—Danny... —dice al fin, y su voz es suave—. ¿Por qué no me lo dijiste antes?

—No lo sé. Tenía miedo —respondo, sintiendo la vulnerabilidad asomarse—. No quería que las cosas cambiaran. Pero ahora me doy cuenta de que, si no te digo esto, puedo perderte de todos modos.

Atenea me observa, su expresión se suaviza, y veo un destello de comprensión en sus ojos.

—Me alegra que lo digas —dice, y su voz es casi un susurro. Hay una chispa de esperanza en su mirada, y eso me alienta a seguir.

—No quiero más silencios, Atenea. No quiero más secretos entre nosotros. Quiero que sepas lo que siento, incluso si es complicado.

—Yo también siento lo mismo, Danny. He estado tan confundida, pero sabía que había algo más —confiesa, y mi corazón se acelera al escuchar esas palabras.

Ambos estamos vulnerables, expuestos, pero hay una fuerza en esa honestidad. Un entendimiento compartido que parece romper las barreras que nos han separado.

—Entonces, ¿qué hacemos ahora? —pregunta, y su tono es a la vez curioso y ansioso.

—No lo sé, pero quiero intentarlo. Quiero que nuestra amistad sea más que solo eso —le digo, y en ese momento, siento que estamos en el mismo lugar, finalmente alineados en nuestras emociones.

Ella sonríe, y la luz de la mañana parece filtrarse a través de las nubes. Quizás, después de todo, hay esperanza para nosotros.

Mi vida sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora