Mi vida sin ti

Realidad

3 de diciembre del 2024

POV Autora:
Han pasado 7 meses y 4 días desde la última vez que estuvimos aquí. Siete meses en los que las cosas han cambiado de formas que ni siquiera nuestros protagonistas imaginaban. Han intentado solucionar sus problemas, pero ya saben cómo es la vida: a veces, cuanto más intentas arreglar algo, más lo desordenas. No quiero adelantarme mucho, así que mejor dejo que Atenea les cuente su parte.

POV Atenea:
Hoy celebramos nuestro aniversario de amistad: siete años. ¡Siete años! Es impresionante cómo algo puede durar tanto tiempo y, al mismo tiempo, sentirse tan frágil. Siete años compartiendo secretos, aventuras y silencios incómodos. Hoy debería ser un día especial. Lo es, aunque no lo parezca.

Escribo estas palabras en mi libro, como siempre. Este viejo cuaderno ha sido mi confidente durante tanto tiempo que ya no sé cómo procesar las cosas sin plasmarlo en sus páginas. Escribir me ayuda a darle sentido a todo lo que pasa en mi vida.

"Hoy es uno de los días más importantes de mi vida. Estoy preparada para todo esto."
Esa frase quedó escrita con un trazo firme, aunque, para ser sincera, no estoy tan segura de que sea verdad. ¿Realmente se puede estar preparada para algo cuando sientes que el suelo se tambalea bajo tus pies?

Déjenme llevarlos al pasado por un momento. A 29 de abril, el día que marcó el inicio de este torbellino. Fue justo tres días después de mi cumpleaños, una fecha que debería haber sido alegre, pero que terminó siendo un recordatorio de lo complicada que puede ser la vida.

Ese día decidí quedarme en la biblioteca (era 26 de abril). No fue casualidad. Era mi refugio, mi escape de todo lo que no quería enfrentar. Me senté en una mesa apartada, rodeada de estanterías que olían a papel viejo y promesas rotas. Mientras hojeaba un libro sin prestarle atención real, mis pensamientos comenzaron a divagar.

Y, como era de esperarse, terminaron en él. Danny.
Sí, estaba ahí. No conmigo, claro. Lo vi desde lejos, hablando con alguien más. Sonreía. Esa sonrisa que solía hacerme sentir especial y que, por un segundo, pensé que aún era mía. Pero no lo era. Nunca lo fue.

Es difícil admitirlo, pero estaba enamorada de él. ¿Cómo no estarlo? Danny siempre tuvo esa forma de hacer que todo pareciera más brillante, incluso cuando yo sentía que mi mundo se desmoronaba. Pero con el tiempo, me di cuenta de que algunas cosas simplemente no están destinadas a ser. Y está bien. Aprendí a dejarlo ir.

Aunque eso no significa que haya sido fácil. A veces, incluso ahora, me descubro pensando en lo que pudo haber sido. Pero esos pensamientos son cada vez menos frecuentes, porque ahora hay alguien más. Sí, mi corazón, siempre tan terco, ha encontrado una nueva dirección.

No quiero entrar en detalles todavía. Lo que siento por él es complicado, confuso, y no estoy lista para ponerlo en palabras. Lo único que sé es que, a pesar de todo, estoy aquí. Y eso cuenta, ¿no?

Volviendo al presente, hoy debería ser un día de celebración. Siete años de amistad no son poca cosa. Pero últimamente, nuestra amistad se siente... distinta. Como si algo invisible estuviera entre nosotros, alejándonos poco a poco.

Mientras termino de escribir, miro la hora en mi celular y me doy cuenta de que estoy a punto de llegar tarde. Tomo mi mochila, cierro el libro y me apresuro hacia la escuela. El aire frío de la mañana me golpea la cara y, por un momento, me siento más despierta.

La escuela está justo al final de la calle, y mi respiración empieza a acelerarse con cada paso. No solo por el ritmo, sino porque sé que lo voy a ver. Ese pensamiento siempre me ha puesto nerviosa, aunque ahora sea por razones distintas.

Cuando cruzo la entrada, lo veo. Danny está ahí, apoyado contra la pared, con las manos en los bolsillos y esa chaqueta que siempre lleva cuando hace frío. Su postura relajada es un contraste total con la tensión que siento al verlo. Parece ajeno a todo, pero yo sé que no lo está.

Por un instante, me detengo. Es como si el mundo se congelara, y en mi mente se formara una tormenta de preguntas. ¿Debería saludarlo como si nada? ¿Mencionarle lo de nuestro aniversario? ¿O debería esperar a ver si él lo recuerda primero? Mi mente está llena de dudas, pero mis pies siguen avanzando.

—¡Hey, Atenea! —me llama, levantando la mano en un gesto casual. Su voz, tan familiar, tiene ese tono despreocupado que siempre usa conmigo, como si quisiera decirme que todo está bien entre nosotros.

—Hola, Danny —respondo, esforzándome por sonar igual de tranquila.

Cuando estoy frente a él, noto algo en su mirada. Es sutil, pero está ahí: una especie de vacilación. Me pregunto si está pensando lo mismo que yo, si también siente que hay algo que no está bien.

—¿Estás bien? —me pregunta, rompiendo el silencio.

—Sí, solo un poco cansada —respondo, aunque la verdad es que estoy lejos de estar bien.

Él asiente, como si aceptara mi respuesta sin más preguntas, y comenzamos a caminar juntos hacia el aula. Cada paso se siente pesado, como si el aire entre nosotros estuviera cargado de palabras no dichas.

El sonido de nuestros pasos resuena en el pasillo vacío. Intento encontrar algo que decir, cualquier cosa para llenar el silencio. Pero nada parece lo suficientemente importante.

—¿Sabías que hoy... es nuestro aniversario de amistad? —mi voz sale más baja de lo que esperaba, casi como un susurro.

Danny se detiene por un segundo, como si mis palabras lo hubieran tomado por sorpresa. Luego sonríe, aunque esa sonrisa no llega a sus ojos.

—Claro que lo sé. ¿Cómo podría olvidarlo? —dice, pero algo en su tono me hace dudar.

POV Autora:

Y así termina otro día más en la vida de nuestros protagonistas. Atenea, con su corazón lleno de preguntas y emociones encontradas, y Danny, atrapado en un silencio que habla más de lo que él mismo quisiera admitir.

¿Será que algún día encontrarán las palabras correctas? ¿O su amistad seguirá siendo un reflejo de lo que pudo ser y nunca fue? Quizás ni ellos mismos lo saben, pero ahí radica la magia de sus historias.

Nos vemos en el próximo capítulo, donde todo puede cambiar... o simplemente complicarse más.

- [Luna], siempre observando y narrando lo que el corazón dicta.