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Después de desayunar , Benjicot me llevó hasta un pequeño pueblo que consistía en unos cuantos establecimientos destartalados con pocas personas recorriendo sus calles, no parecía haber ningún guardia verde pero aún así me había conseguido una capa para que no me reconocieran.

—¿Te conocen?—pregunte cuando mire que le saludaban los comerciantes.

—Cuando vengo a cazar suelo quedarme en un hostal que estaba aquí —me explicó con una sonrisa—si alguien robó tu carruaje bonita, aquí debe estar el ladrón.

Yo solo asentí mirando alrededor en busca de algún indicio que me dijera donde podían estar los huevos, cuando le vi, mi carruaje atrancado en uno de los negocios.

—¡Es ese ! —le señaló —¡mi carruaje!

Corrí emocionada, abrí la puerta del carruaje dispuesta a entrar cuando una mano me tomó por la capa y me jalo haciéndome tambalear hacia atrás.

—¡Si tocan deben pagar !—me gruño un hombre de expresión malhumorada.

— Yo pagaré lo que ella toque—le dijo Benjicot amenazante tomando la mano del hombre para que me soltara.—entra bonita.

Asentí algo incómoda pero agradecida, el carruaje estaba totalmente destruido y no había ninguna de mis pertenencias, incluidas los huevos.

—no están—susurré desilusionada.

—Quiero las pertenencias que venían dentro del carruaje—le dijo al hombre.

—eso es todo lo qué hay—contestó con brusquedad el hombre malhumorado —si no van a comprar no me hagan perder mi tiempo.

Antes de darse la vuelta, Ben lo acorraló contra el carruaje con su espada en el cuello.

—Ben...—intenté detenerle.

—creo que fui demasiado amable—pronunció con voz cantarina pero los ojos sombríos—dame las pertenecías que estaban en el carruaje.

—no... no se...yo tengo nada—tartamudeo con torpeza —yo solo lo recibí así, ya lo habían saqueado

—no te creo—le contestó Ben presionando más la espada contra su cuello—seré claro, quiero unos huevos de dragón ¿quien los tiene ?

—¡no lo se!

—¡¿quién los tomó?!—la sangre brotó de su garganta

—¡Darcel! ¡Darcel los tiene ! —grito casi llorando con los labios temblorosos—¡Va a negociarlos hoy en el bar con uno de los soldados del rey Aegon !

—ves que si sabías —le sonrió alejando la espada de su cuello.

El hombre asintió con el rostro pálido y sudoroso, apenas logró dar un respiro cuando la espada de Ben le atravesó el estómago.

—¡Ben! !¡No !—Lo tomé del brazo pero era tarde, el hombre cayó al suelo sin vida.

Ben me miró sin ningún rastro de remordimiento, me recordó por un momento a mi padre.

—¡Vamos, sé donde están !

Me arrastró lejos de ahí, caminando entre los callejones y casas destartaladas.

—¡no tenías que matarlo!—grité soltando su mano—¡ya nos había dicho lo que necesitábamos!

—si, y en cuanto nos fuéramos hubiera dado aviso que estábamos aquí.—me tomó de los hombros —matarlo era la única solución.

• Quédate Conmigo •// Benjcot Blackwood Donde viven las historias. Descúbrelo ahora