Rosalie Ashford era una de las brujas más talentosas de Hogwarts, sobresaliendo en pociones y en las artes oscuras. Esta destreza la acercó al enigmático profesor Severus Snape, quien, para sorpresa de todos, no la despreciaba como a muchos de sus c...
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Narrador Omnisciente.
Seguir a Harry era una tarea bastante difícil pues al tener la capa de invisibilidad no podía verlo así que tenia que forzar su vista para poder distinguir sus pasos en la hierba y evitar que el hiciera una tontería.
De la nada los pasos dejaron de verse y Rosalie tuvo miedo de que Harry supiera que lo estaba siguiendo y que se haya escondido. Pero no pasó mucho tiempo para que Harry se quitara la capa y se acercara un objeto dorado a la boca lo que Rosalie supuso que era la snitch.
Harry cerro lo ojos por un momento respirando profundamente sabía que iba a morir y eso de alguna manera no lo asustaba. Oyó un ruido y abrió los ojos y miró alrededor. Enseguida comprendió que no eran fantasmas ni seres de carne y hueso. Se parecían mucho al Ryddle que había escapado del diario varios años atrás: un recuerdo convertido casi en algo material. Eran menos consistentes que los seres vivos, pero más que los fantasmas; avanzaban hacia él, y en todos los rostros había una afectuosa sonrisa.
James tenía la misma estatura que Harry. Llevaba la ropa con que había muerto, el pelo enmarañado y las gafas un poco torcidas, como el señor Weasley. Sirius era alto y apuesto, y mucho más joven que cuando Harry lo había tratado en vida. Andaba garboso, con las manos en los bolsillos y esbozando una sonrisa burlona. Lupin también era más joven, de aspecto pulcro y cabello más poblado y menos canoso. Parecía alegrarse de volver a estar en aquel lugar tan familiar, el escenario de tantas correrías de adolescentes. La de Lily era la sonrisa más amplia. Se apartó el largo cabello de la cara al acercarse a Harry, y le escrutó ávidamente el rostro con aquellos ojos verdes tan parecidos a los de él, como si nunca fuera a cansarse de mirarlo.
