Conexiones

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A este punto había perdido ya la cuenta de a cuantas personas había maldecido

A su nuevo "capitán" a Daichi, a Yamaguchi, a Sugawara a Azumane y a todos esos nombres de personas que todavía no conocía pero creía culpables de su miseria. Cambió de pie intentando hacer que dejara de doler, maldita sea la persona que llamó "joyas" a las joyas el también tenía la culpa

Pilas, no, montañas de dinero y cosas brillantes seguían sin clasificarse en las cajas, maldijo una vez más a todas las malditas personas con buena economía y dinero por montones

Lo único diferente que vio al dinero fueron unos estúpidos trozos de un mapa que había guardado desinteresadamente en un cajón. Maldito sea el creador del papel

—Malditos piratas imbeciles!!—dijo dejando caer un brillante collar de oro y apretando sus ojos con las palmas de sus manos

Estaba tan cansado de estar en esa bodega que podria jurar que por su mente pasó muchas veces la idea de salir corriendo de una buena vez del "Karasuno"

—Auch, y yo qué culpa tengo? Se que no nos han presentado como se debe pero no creo que merezca tanta grosería

Se sorprendió al levantar la mirada y observar a un chico con mirada brillante y cabello plateado. ¿Qué tan bloqueado tenía que estar como para no darse cuenta de que estaba siendo observado?

—Cuando entraste? Quién eres? Porque no lo escuché? Mierda! Estoy harto!—se dejó caer sobre la mesa lo suficientemente enfadado como para dejar pasar el hecho de que algunas piedras preciosas estaban lastimando su pecho

—Cuando entré? Hace treinta segundos, ¿quién soy? Suwagara, el timonel, ¿porque no escuchaste? Estoy seguro que la rabia que hay en tu ser en este momento está bloqueando todos tus sentidos, estás del mismo color de tu cabello, sabes?— Suwagara le sonrió dulcemente acercándose a él y acariciando su cabello

—Escuché que eres un estafador, un ladrón, un mentiroso, un gandalla y el mismo diablo. Pero no tu nombre, ¿cuál es?— el peliplateado palmeó un poco su cabeza antes de recargar los ojos en la mesa,  llenos de un brillo que gritaba curiosidad

—Hinata shoyo, llámame como quieras, nadie lo hace por mi nombre de todos modos— levantó su cabeza solo para encontrarse con la mirada curiosa y divertida de Sugawara, parecía una mirada paternal, irradiaba confianza, lo que le hizo tranquilizarse un poco

Hasta que el timonel llevó su pulgar hacia la mejilla de Hinata, intentando limpiar las manchas de polvo y pequeños trozos de suciedad que habían en su rostro. Se hubiera apartado y reprochado de no ser porque estaba muy cansado como para evitar que alguien que acababa de conocer lo tocara de esa forma tan amena

—Como acabaste aquí? Realmente quería venir a ver al nuevo integrante de la tripulación desde que llegaste, pero el capitán no a dejado de darnos tareas—le dijo Sugawara antes de mojar su dedo con saliva y volver a tallar su cara

—Desde Wakutani, mi mala suerte hizo que el capitán se cruzara en mi camino, literalmente—con dificultad le contestó, debido a que su cara estaba siendo presionada en un intento de quitarle el polvo

—Ya está, bueno, Daichi me contó un poco sobre ti. Y, me alegro de que hayas llegado al Karasuno, tienes tanto potencial y eres tan joven, que desperdiciarte siendo un estafador toda tu vida hubiera sido muy triste—Sugawara suspiró un poco enderezándose y tocando su hombro— deberías salir un rato de aquí, ven, vamos a la cocina. Comerás algo y si el capitán se opone, lo demandaré por intentar matar a alguien de hambre—haciendo un movimiento con la cabeza, el más alto le dio a entender que salieran

Estaba seguro que no se lo diría, pero, haberlo sacado de esa maldita bodega de tesoros lo salvó de arrojarse al mar

Caminaron fuera de ahí, deteniéndose unos segundos en la proa, Sugawara dejando que Hinata respirara un poco y observara el bonito cielo estrellado que los acompañaba, y Hinata, apreciando el sonido del mar que lo había hipnotizado desde que abordó, dejando que su estres, enojo y rabia se disiparan conforme iba exhalando, no lo había pensado, pero. Estar en un barco no le disgustaba del todo, el olor a sal, el movimiento y los colores de los que el mar se pintaba era un precioso regalo para sus ojos cansados de ver lo mismo todos los días

EL ECO DE TU BARCO EN MI CORAZÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora