Capítulo 2

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Beomgyu se encontraba mirando hacia la ventana del pequeño café mientras él y su mejor amigo esperaban a que el mesero llegara con el desayuno. 

—¿Dormiste bien?

—Nop, ¿me veo mal?

—Hmmm… —Pasó una mano por el cabello de Beomgyu hasta su mejilla—, sólo se nota que no dormiste, pero no te ves mal.

Beomgyu, aún somnoliento, se recargó en su toque.

El desayuno fue asentado en su mesa, el olor hizo rugir el estómago de Beomgyu. 

—¿Te sientes muy ansioso?, ¿es por eso que no dormiste, verdad?

—Sé que lo llevo conociendo por mucho tiempo, son casi cuatro años. Pero, siento que es diferente verlo en persona, espero seguir agradándole incluso después de que me conozca.

—Beom, claro que le agradarás. He oído cómo se hablan en sus llamadas, creo que él de verdad te aprecia. Y si algo sale mal, estaré para ti. Y para romperle la nariz de paso.

Beomgyu asintió con una pequeña sonrisa.

—Oye, ¿crees que ahí tengan elotes preparados?

—Uh…

No tardaron mucho en comer, hablaron de todo y nada hasta terminar. Salieron del restaurante satisfechos, lo suficiente como para que le regresara el color a la cara de Beomgyu.

—Pediré el taxi.

—Yup —contestó Beomgyu mientras asentaba sus maletas junto a sus pies.

—¿Tienes frío? 

—Un poco, ¿tú?

Su mejor amigo negó con la cabeza, rápidamente se quitó la chaqueta y se la cedió a Beomgyu.

—Gracias —comentó mientras se ponía la chaqueta.

Una amistad de 18 años ha hecho que se traten como familia, uno nunca está sin el otro, se cuidan mutuamente y confían en el otro con los ojos cerrados. Se conocen tan bien, que incluso el mínimo gesto puede indicar que uno siente frío, haciendo que el otro automáticamente busque aliviar la sensación.

Cuando el taxi llegó, ambos subieron sus pertenencias y partieron hacia el aeropuerto.

Beomgyu nunca había estado en el aeropuerto antes, así que, cuando llegaron, miraba con curiosidad cada rincón del lugar. 

—Qué chistoso sería que de repente haya una tormenta y explote el avión.

—Beomgyu.

—Perdón —respondió y apretó los labios, como demostrando que dejaría de decir estupideces—. Nunca me he subido a un avión, ni tú.

—Así es.

—¿No te da miedo?

—Estaremos bien. 

Esperaron por media hora hasta la llamada que indicaba su vuelo. Pasaron por los filtros de migración sin problemas, hasta llegar al abordaje. 

—Dios santo, hoy soy la persona más religiosa del mundo.

—Ah, Beomgyu…

—Padre cielo que estás en el nuestro —repetía mientras mantenía cerrado los ojos.

Su mejor amigo se aguantó la risa para no enojar a su ansioso compañero de viaje.

Al momento de buscar sus asientos en el avión, se aseguraron de tener sus mochilas. 

—¿Tienes todo?

—Yep.

—¿Quieres el asiento junto a la ventana?

Moonlight on usDonde viven las historias. Descúbrelo ahora