Capítulo 4

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Los primeros rayos de sol de la mañana comenzaban hacer acto de presencia, aunque Mikasa, quien seguía tumbada en la cama mirando al techo con sus manos sobre su barriga, estaba despierta desde la noche anterior. No había dormido absolutamente nada y todo porque estuvo pensando en Eren y en la conversación que tuvo con Sasha.

«“¿Y si de verdad Eren ya tenía pareja? O peor aún, ¿y si la dejó de amar y ya no tenía ni una sola oportunidad de intentar regresar con él?”»

Esas eran las dos preguntas que no salían de su cabeza y mucho menos podía sacarlas de su mente y si era sincera, no sabía cuál opción hería más sus sentimientos. Un par de lágrimas salieron de su rostro cayendo al colchón, la chica se limpió éstas con rapidez y con la intención de no romper en llanto, se levantó de la cama y con rapidez se vistió y salió de su casa. 

Nicolo llevaba una pastelería, y era normal que estuviese en su negocio antes del amanecer para preparar los suministros que después colocaba en la vitrina esperando a ser vendidos. 

—¿Mikasa? —Se dijo así mismo en cuanto vio a la amiga de su pareja parada en la entrada. 

Acto seguido, y después de cerrar la vitrina, se acercó a la puerta y quitó el seguro antes de abrirla. —Es demasiado temprano para que la pastelería esté abierta para los clientes, lo sabes, ¿verdad? 

—Lo sé, pero si estoy aquí, a esta hora es porque necesito que me hagas un pequeño favor —respondió dejando al rubio aún más confundido. 

—¿De qué favor se trata? 

—¿Tú recuerdas los 𝐩𝐚𝐬𝐭𝐞𝐥𝐢𝐭𝐨𝐬¹ que ama Eren? 

Nicolo asintió con la cabeza a modo de respuesta. 

—¿Y sería mucho pedir que hagas al menos una pequeña bandeja para mí? 

—Estaré encantado de prepararlos. 

—Muchas gracias, Nicolo. —Agradeció con una sonrisa amplia —. Dime, ¿cuánto es? —preguntó buscando en su bolso su billetera. 

—Tranquila Mikasa, es un favor y te regalaré los pastelitos —aseguró sorprendiendo a Mikasa, la chica ahora entendía el porqué su amiga Sasha estaba tan enamorada de él. —Solo te pediré que vengas más tarde, a las diez de la mañana u once, tal vez pueda tener listo tu pedido. 

—No te preocupes por eso, puedo venir más tarde. En serio, muchas gracias. —Volvió a agradecer antes de regresar a casa. 

Al haber salido rápido de su hogar, en cuanto regresó, Mikasa se marchó directamente al cuarto de baño para darse una ducha antes de desayunar aquel día no tenía que trabajar por lo que poseía mucho tiempo para adelantar trabajo relacionado con el hogar y, sobre todo, para pensar aunque no sabía si eso era bueno porque pensar en Eren, a veces, le hacía sentir mal. 

El agua caliente golpeaba y viajaba por el cuerpo femenino, quien se agradeció así misma internamente por decidir darse una ducha. Y es que su cuerpo estaba completamente relajado, gracias al agua, al calor y al vapor del agua. Sus manos recorrieron su larga cabellera negra para retirar el champú. 

Mientras terminaba de aclararse el pelo, en sus brazos comenzó a sentir suaves caricias, las cuales estaban siendo dadas con las yemas de los dedos de las manos de… 

—¡Eren! —exclamó asustada, dándose rápidamente la vuelta. 

Sin embargo, lo único que tenía detrás era la pared, todo había sido producto de su imaginación. La chica apoyó la espalda contra la pared donde estaba la regadera, llevó su diestra a su corazón, el cual latía con rapidez. 

Love of Contrasting HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora