Capítulo 2

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El reloj marcaba el mediodía de aquel sábado, al no trabajar Eren, Jean se quedó a cargo del estudio de tatuajes. Mientras tanto, Eren estaba tumbado en la cama, usando la ropa de cama como cueva improvisada, y es que no había podido pegar ojo en toda la noche porque su mente no dejaba de pensar en Mikasa en ningún momento.

“Necesito hablar contigo, es importante.”

Aquel fue el mensaje de texto que había mandado el chico de cabellos marrones a Armin, su amigo de la infancia.

El rubio por su parte, no dudó en responder al mensaje con un simple: “Voy enseguida.” Mientras salía a paso rápido de su hogar dirigiéndose al de su amigo.

—¿Qué hacen ustedes aquí? —preguntó el rubio arqueando una de sus cejas, mostrando extrañeza y curiosidad a partes iguales.

—¡Hola, Armin! —Saludó Connie efusivamente elevando su zurda y mostrando una amplia sonrisa.

Aquel día, el chico de cabello plateado había acompañado a Reiner hasta la casa de Eren, y es que su amigo no respondía a las llamadas y les resultó extraño. Eso sin contar la forma tan rara con la que se comportaba Eren ayer.

—Hola, Armin. —Saludó Reiner con más calma.

—¿Le ha ocurrido algo a Eren? —Interrogó Armin acercándose a la puerta también.

—Ayer estaba raro y hoy no responde a las llamadas —dijo Connie.

—Por eso hemos venido a preguntarle en persona si estaba bien. —Añadió Reiner. —Supongo que tú también vendrás por lo mismo, ¿no es así? —

—Más o menos, Eren me mandó un mensaje pidiéndome que viniese a verle. —Con calma explicó Armin.

Ninguno de los tres necesitó golpear la puerta para ser recibidos, ya que el propio Eren, quien escuchó las voces de sus amigos, abrió la puerta dejando ver su rostro demacrado.

—Cielo Santo, Eren, ¿estás bien? —preguntó Reiner sorprendido del aspecto del castaño.

—Pareces un panda con esas ojeras. —Se burló Connie señalando al chico con su índice.

—Pasad, por favor. —Esas fueron las únicas palabras que, en tono bajo, pronunció Eren.

Un silencio se hizo presente en el living en cuanto Eren le explicó a sus amigos el motivo del porqué estaba ausente la noche anterior.

Mientras que el castaño andaba de un lado a otro desesperado, los tres amigos que estaban sentados en el sofá, alargaron su silencio esperando a que alguien se animara a dar el primer paso de hablar y romper el silencio que ya comenzaba a ser algo incómodo.

—Entonces, Mikasa es la culpable de que ayer perdiéramos en la batalla… —dijo Reiner. —Perfecto, iré a hablar con ella.

—Reiner, no hagas estupideces —pidió Armin sujetando la muñeca ajena obligando al otro rubio a tomar asiento nuevamente.

—Tienes el número de teléfono de Mikasa, ¿verdad? —preguntó Connie a lo que Eren no dudó en sacudir su cabeza a modo de afirmación. —¿Me puedes prestar tu teléfono? —pidió estirando su diestra.

Usando la espátula, Mikasa sacó de la sartén el huevo frito que colocó en el plato para completar su desayuno. A continuación, con la yema de su dedo índice, apagó la vitrocerámica y colocó la sartén en uno de los fogones sin usar para evitar que se queme.

Aquel día hacía un clima cálido y el cielo tenía un hermoso color azul celeste y Mikasa aprovechó para desayunar en el jardín antes de empezar a trabajar. La suave brisa y el cantar de los pájaros le producía una inmensa paz, amaba esa sensación de calma, la cual había perdido durante todo este tiempo por estar viviendo en pleno centro de la ciudad.

Love of Contrasting HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora