Rafe Cameron tiene la vida que todos envidian: riqueza, prestigio y un camino trazado para seguir el legado empresarial de su padre. Pero todo cambia cuando su mundo choca -literalmente- con Ivonne Astaire, una chica de The Cut, la zona menos privil...
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RAFE CAMERON
El camino a casa es silencioso y doloroso. Los nudillos de mis dos manos están colorados y sangran un poco. Nada que ver con mi labio. Lo noto inflamado y si me relajo, lo puedo notar palpitar. El motor del coche ronronea suavemente mientras avanzamos por la carretera oscura. El eco de la fiesta en Taltal todavía retumba en mis oídos: risas, música, el sonido sordo de los golpes cuando JJ y yo nos enfrascamos en esa estúpida pelea. El puto Maybank tiene buena derecha. Me paso la lengua por el labio hinchado y saboreo el ligero gusto a sangre. La culpa me pesa más que los golpes recibidos.
Cada segundo que pasa me siento más idiota. La imagen de Ivonne mirándome con esos ojos llenos de decepción y confusión no deja de repetirse en mi mente. ¿Por qué demonios tuve que decir esas cosas? ¿Por qué tenía que reaccionar como un imbécil diciendo cosas hirientes solo para mantener la fachada? Pero no había podido evitarlo porque las dudas me carcomían por dentro. «¿Qué pensarán de nosotros?», había sido lo único que se repetía en mi mente. No quería que comenzaran a circular rumores, no quería que la gente hablara. Pero al final, terminé estropeando la poca buena relación que tenía con Ivonne y ganándome un puñetazo de JJ.
Buen negocio, Rafe, me digo con amargura.
El silencio en el coche es espeso, solo roto por el ocasional traqueteo de las ruedas sobre el pavimento irregular. Mi hermana, sentada a mi lado, no ha dicho ni una palabra desde que salimos de la fiesta. Sé que está esperando a que hable, a que le explique qué demonios ha pasado, pero no encuentro las palabras. Me echo hacia atrás en el asiento, cerrando los ojos por un momento, tratando de calmarme. Pero los recuerdos vuelven con fuerza, así que los abro enseguida, un poco más angustiado que antes. Finalmente, el silencio se rompe. La voz de mi hermana es suave pero noto la molestia y la decepción en ella.
—¿Vas a decirme ya quién es la chica que se acercó a saludar o prefieres seguir haciendo el ridículo?
La miro de reojo. Ella mantiene la vista en la carretera, pero puedo ver la preocupación y la curiosidad en su expresión. Respiro hondo, intentando ordenar mis pensamientos.
—¿Por qué siempre tienes que meterte en mis asuntos, Sarah? —respondo, con más aspereza de la que pretendía.
Ella frunce el ceño, pero no aparta la vista del camino.
—Porque eres mi hermano, Rafe. Porque te vi pelearte con JJ Maybank delante de todo el mundo y no puedo entender por qué. No es que me meta en tus asuntos, es querer saber qué te pasa.
