𝘤𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 𝘵𝘳𝘦𝘪𝘯𝘵𝘢 𝘺 𝘥𝘰𝘴

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𝐓𝐨𝐝𝐨 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐩𝐢𝐞𝐫𝐝𝐞𝐬 𝐞𝐬 𝐮𝐧 𝐩𝐚𝐬𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐝𝐚𝐬

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RAFE CAMERON

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RAFE CAMERON

La rojez de mis nudillos me recuerda todo lo que pasó el día anterior. Jamás me había sentido tan traicionado. Mi padre siempre había sido un referente para mi futuro, para lo que quería convertirme en el futuro. Pero supongo que también se había convertido en la figura que no quería ser. En la persona que odiaba y que me gustaría mantener alejado. Y, aunque mi decisión me tenía completamente tranquilo, una parte de mí se sentía dolida. Era un dolor profundo, uno que no podía ignorar, incluso cuando sabía que había hecho lo correcto. La herida no provenía tanto del acto de golpear a mi padre, sino del hecho de que había llegado a ese punto.

Mi mirada se posó en mi hermana, Sarah, que estaba junto a mí, concentrada en el teléfono mientras revisaba algunos documentos. Ella había sido mi aliada en todo esto, una presencia constante y tranquilizadora en medio del caos que había estallado en nuestra familia. Su decisión de ayudarme, de ayudar a Ivonne, a pesar de todo lo que eso significaba, me sorprendió en cierto modo, pero también me llenaba de orgullo. Sarah no solo estaba demostrando su lealtad hacia mí, sino que también estaba tomando una postura firme contra la manipulación de nuestro padre.

Mientras esperábamos a que el señor Stan llegara, no pude evitar que mi mente regresara al momento en que todo se desmoronó. Mi padre, la figura imponente que siempre había respetado y admirado, había mostrado su verdadera cara. Había sustituido mis esfuerzos, mis logros, por alguien más cercano a él, por mi mejor amigo. Pensé en la traición, en cómo mi mejor amigo había aceptado ese lugar sin dudarlo, sin siquiera pensar en lo que eso significaba para mí. Esa herida ardía, pero al mismo tiempo, algo en mí aceptaba que este desenlace era inevitable. Había señales, momentos que había ignorado, creyendo que la lealtad entre nosotros era más fuerte que cualquier ambición.

Y aunque la culpa pesaba en mi conciencia, sabía que la elección de golpear a mi padre no había sido solo una reacción impulsiva. Era la culminación de años de tensiones, de expectativas y desilusiones. Era el cierre de un capítulo que había necesitado terminar desde hace tiempo. El golpe no había sido solo físico; era una declaración de independencia, de mi rechazo a seguir siendo moldeado por él.

—Rafe —la voz de Sarah interrumpió mis pensamientos—. El señor Stan estará aquí en unos minutos.

Asentí, respirando hondo para centrarme en lo que estaba por venir. Sarah me estudió por un momento, algo preocupada.

—¿Estás seguro de esto? —preguntó, aunque sabía que la respuesta ya era clara para ambos.

—Completamente —respondí, sin explayarme demasiado. No sé si sería capaz de seguir hablando sin que me temblara la voz.

DE RICOS Y REBELDES - RAFE CAMERONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora