𝘤𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 𝘷𝘦𝘪𝘯𝘵𝘪𝘰𝘤𝘩𝘰

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𝐇𝐞 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐚𝐝𝐨 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐚𝐪𝐮𝐢 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐝𝐞𝐣𝐞 𝐝𝐞 𝐛𝐮𝐬𝐜𝐚𝐫𝐭𝐞

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IVONNE ASTAIRE

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IVONNE ASTAIRE

Estaba tan guapo. Y tan feliz, que me resultaba muy difícil quitarle los ojos de encima. Rafe se movía entre los voluntarios con una confianza que no había visto antes en él. Su presencia llenaba la sala, y cada vez que hablaba, lo hacía con una seguridad que hacía que todos los demás lo escucharan con atención. No era solo el hecho de que estuviera tomando el control de la situación, sino la manera en que lo hacía, con una calma y un entusiasmo que se contagiaba a todos los que lo rodeaban. Era como si hubiera encontrado su lugar, como si todas las piezas finalmente hubieran encajado.

Rafe, el mismo chico que había estado atrapado en las expectativas y en el peso de un legado que nunca fue realmente suyo, ahora se desenvolvía con una libertad que lo hacía brillar de una manera completamente nueva. Había algo en su sonrisa, en la forma en que sus ojos se iluminaban al hablar con los voluntarios, que me hacía sentir una calidez indescriptible en el pecho.

Lo veía moverse entre la gente, dando instrucciones con seguridad, escuchando con atención, y no podía evitar sentir una oleada de orgullo. Estaba aquí, con nosotros, no por obligación, sino porque lo deseaba de verdad. Era como si, al dejar atrás el proyecto familiar, hubiera encontrado no solo un nuevo propósito, sino también una parte de sí mismo que había estado dormida, esperando ser despertada. Y verlo así, mostrándose como realmente era, me llenaba de una alegría que no sabía que podía sentir tan intensamente.

Había algo magnético en la forma en que interactuaba con todos, en cómo lograba que se sintieran importantes, escuchados. Antes, Rafe había sido un chico envuelto en el lujo, en una vida de privilegios que lo había aislado de lo que realmente importaba. Pero ahora, estaba aquí, inmerso en algo que no tenía nada que ver con dinero o poder, sino con personas, con sueños compartidos, con un esfuerzo colectivo para hacer del mundo un lugar mejor. Y eso lo hacía aún más atractivo a mis ojos.

Desde que nos habíamos permitido ser completamente sinceros el uno con el otro, algo en mí había cambiado también. La conexión entre nosotros se había vuelto más profunda, más auténtica. No había más barreras, no había más juegos de poder o máscaras que ocultaran lo que realmente sentíamos. Me sentía más cercana a él que nunca, más en sintonía con su esencia, con el hombre que realmente era cuando se despojaba de todas las expectativas ajenas. Había una libertad en nosotros que no había existido antes, y eso me hacía sentir más viva, más en paz de lo que había estado en mucho tiempo.

Cada vez que Rafe me miraba, sentía que había un entendimiento tácito entre nosotros, una especie de lenguaje silencioso que solo nosotros compartíamos. No necesitábamos decir nada; bastaba con una sonrisa, con un cruce de miradas, para saber que estábamos en la misma sintonía, que estábamos construyendo algo juntos, algo que era real y que valía la pena.

DE RICOS Y REBELDES - RAFE CAMERONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora