SS | ❝Sé que pude amarte, pero no me lo permitiste.❞
En el castillo de Fuerte Terror, Cregan Stark, el legítimo señor de Invernalia, busca la ayuda de lady Morrigan Bolton para recuperar su posición usurpada por su tío. Sin embargo, las antigu...
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RICKON STARK Y GILIAN GLOVER TUVIERON DOS HIJOS, siendo Cregan el heredero de sus títulos y tierras como primogénito mientras Walten era el menor de sus vástagos. Todo buen matrimonio debía tener al menos dos niños: uno que pudieran ocupar el lugar del padre, así como el llamado repuesto, por si la muerte encontraba antes al mayor; el fallecimiento en infantes era común, especialmente en lugares con climas tan duros como el Norte.
Sin embargo, en los nueve años de vida que tuvo Walten Stark, fue más que un posible reemplazo para Cregan. En su memoria, Wally, como lo llamaba cariñosamente, siempre sería el niño eterno con el cabello castaño de su madre, de un tono que contrastaba con la oscuridad de las cabelleras típicos de los Stark, pero acorde al linaje de los Glover. Sus ojos de mercurio brillaban con la energía y la alegría propias de un niño que no podía esperar a crecer para acompañar a su padre al campo. Siempre deseaba ayudar y mostraba un entusiasmo inquebrantable por cumplir con su deber, incluso más que el de Cregan a su edad.
A pesar de que muchos consideraban a Wally demasiado inocente, Cregan se sentía protector hacia él. Su padre, Rickon, les inculcaba la idea de que el mundo se dividía en buenos y malos, y ellos, como guardianes del Norte, eran los protectores de su gente hacia el mal detrás de la muralla, pues todo lo que estaba delante del Muro que Bran el Constructor había alzado en la Edad de los Héroes, era muerte.
Siendo un adulto, Cregan entendía que su padre se refería a vivos y a muertos cuando hablaba de la dualidad de moral. Sin embargo, siendo aún un niño de once años, eso estaba lejos de su comprensión, pues la enfermedad de Wally por escalofríos había absorbido la atención de Invernalia en el año 119 d.C., y cuándo murió, su pérdida dejó un vacío en el corazón de Cregan, pero hizo más grande la herida en el de su padre, quién había vivido el tiempo suficientes para perder a la mitad de su familia, incluyendo a su esposa. Rickon Stark se había apagado cuando selló la cripta de su hijo menor y Cregan lo sintió duramente cuando la distancia entre ellos fue creciendo en los siguientes dos años hasta que se convirtieron en dos perfectos extraños.
Su madre ya había fallecido cuando Cregan tenía diez, así que su tío Bennard se había ocupado de él. Ni siquiera el intento de las palabras más amables de su tía Margaret o la convivencia diaria con sus primos lograron reemplazar a las personas que estuvieron primero en sus lugares. La melancolía se aferraba a Cregan como la niebla que envolvía las torres de Invernalia en las frías noches del Norte. Recordaba las risas de Wally, las historias compartidas junto a las aguas termales bajo las que estaba construido el castillo, y cómo su hermano siempre había sido más que un simple "repuesto". Wally era su mejor amigo, su confidente, y su ausencia dejó un hueco imposible de llenar.