SS | ❝Sé que pude amarte, pero no me lo permitiste.❞
En el castillo de Fuerte Terror, Cregan Stark, el legítimo señor de Invernalia, busca la ayuda de lady Morrigan Bolton para recuperar su posición usurpada por su tío. Sin embargo, las antigu...
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LA SANGRE NUNCA SALÍA FÁCILMENTE de la piel, el rojo podía lavarse, pero el olor metálico se quedaría hasta por días. Después de tres horas de tortura, Dagda no había logrado obtener mucho de Bander, pues el líder las Garras Enmascaradas era un hueso duro de roer, cruel al ser curtido por el paso de las estaciones de treinta y ocho años, sin motivos para vivir más que el de sobrevivir sin demasiadas dificultad, era cómo un animal a ojos de Morrigan, pero incluso las bestias, tenían su propósito en el mundo.
Él por el contrario... sólo era una sanguijuela para ella.
Morrigan había logrado quebrar al hombre al usar a Rasga Pieles para arrancar pedazos del vientre, ya que cómo había comprobado otra veces, era un punto dónde estaban numerosos nervios del cuerpo y provocan mayor dolor al cortarlos. Los Bolton habían prometido dejar sus costumbres de desollar, los Stark se los prohibieron incluso, pero Morrigan no había visto a Bennard Stark mover un dedo para atrapar a los malnacidos que dañaron sus tierras o las de otros señores a su paso.
El Norte era tan grande que cada señor debía poner orden en sus propiedades a menos que los sobrepasara.
—Eligieron la tierra equivocada— le había dicho Morrigan a Bander cuando obtuvo su confesión sobre el escondite del resto de los miembros de las Garras Enmascaradas, así cómo el escondite de su botín. El oro nunca estaba de más, pero Morrigan estaba más que satisfecha con sólo erradicar a esos ladrones del Norte—, y por su error, los dioses me permitirán mostrarles el dolor que le han ocasionado a mi gente.
«Y a mí» reconoció para sí misma. Su padre hace años que había intentado atrapar a Bander "La Rata del Bosque". Los viejos dioses sabían que los Bolton no eran justicieros, pero tampoco les gustaba que malhechores entraran en sus tierras sin recibir un castigo, pues sí así fuera, serían constantemente atacados. A veces, necesitaban reavivar su reputación.
Hacer de uno, el ejemplo de porqué la gente equivocada no debía entrar en Fuerte Terror.
Su padre lo entendía, pero la persecución de las Garras Enmascaradas lo enfrascó en un combate dónde se contagió de psoriagrís tras ser cortado por un hombre salvaje que estaba infectado. La enfermedad lo consumió rápidamente hasta que sus órganos fallaron y Morrigan tuvo que presenciar cómo se deterioraba, perdiendo cada día, un poco de su espíritu cuánto más dependiente a ella se volvía.
